viernes, 25 de julio de 2014

Santiago el Mayor, Patrón de España

SANTIAGO   EL   MAYOR

            El nombre de Santiago es la traducción de «Iákobos», variación bajo la influencia griega del nombre del famoso patriarca Jacob. El apóstol de este nombre es hermano de Juan, y en las listas de apóstoles ocupa el segundo lugar después de Pedro, como sucede en Marcos (3, 17), o el tercer lugar después de Pedro y Andrés, como en los Evangelios de Mateo (10, 2) y de Lucas (6, 14), mientras en los Hechos de los Apóstoles aparece después de Pedro y de Juan (1, 13). Este Santiago pertenece, junto a Pedro y Juan, al grupo de los tres discípulos privilegiados que han sido admitidos por Jesús a momentos importantes de su vida.
            Pudo participar, junto a Pedro y Juan, en el momento de la agonía de Jesús, en el Huerto de Getsemaní, y en el momento de la Transfiguración de Jesús. Se trata, por tanto, de situaciones muy diferentes entre sí: en un caso, Santiago, con los otros dos apóstoles, experimenta la gloria del Señor, le ve hablando con Moisés y Elías, ve traslucir el esplendor divino en Jesús; en el otro, se encuentra ante el sufrimiento y la humillación, ve con sus propios ojos cómo el Hijo de Dios se humilla, haciéndose obediente hasta la muerte. Ciertamente la segunda experiencia constituyó para él una oportunidad para madurar en la fe, para corregir la interpretación unilateral, triunfalista de la primera: tuvo que atisbar cómo el Mesías, esperado por el pueblo judío como un triunfador, en realidad no sólo estaba rodeado de honor y gloria, sino también de sufrimientos y debilidad. La gloria de Cristo se realiza precisamente en la Cruz, en la participación en nuestros sufrimientos.

            Esta maduración de la fe fue llevada a cumplimiento por el Espíritu Santo en Pentecostés, de manera que Santiago, cuando llegó el momento del supremo testimonio, no se echó para atrás. Al inicio de los años 40 del siglo I, el rey Herodes Agripa, nieto de Herodes el Grande, como nos informa Lucas: «echó mano a algunos de la Iglesia para maltratarlos. Hizo morir por la espada a Santiago, el hermano de Juan» (Hechos 12, 1-2). La concisión de la noticia, carente de todo detalle narrativo, revela, por una parte, cómo era normal para los cristianos testimoniar al Señor con la propia vida y, por otra, que Santiago tenía una posición de relevancia en la Iglesia de Jerusalén, en parte a causa del papel desempeñado durante la existencia terrena de Jesús.
            Una tradición sucesiva, que se remonta al menos hasta Isidoro de Sevilla, cuenta que estuvo en España para evangelizar esa importante región del imperio romano. Según otra tradición, su cuerpo habría sido trasladado a España, a la ciudad de Santiago de Compostela. Como todos sabemos, aquel lugar se convirtió en objeto de gran veneración y todavía hoy es meta de numerosas peregrinaciones, no sólo desde Europa, sino desde todo el mundo. De este modo se explica la representación iconográfica de Santiago con el bastón del peregrino, y el rollo del Evangelio, características del apóstol itinerante, entregado al anuncio de la «buena noticia», características de la peregrinación de la vida cristiana.

            Por tanto, de Santiago podemos aprender mucho: la prontitud para acoger la llamada del Señor, incluso cuando nos pide que dejemos la «barca» de nuestras seguridades humanas; el entusiasmo para seguirle por los caminos que Él nos indica más allá de nuestra presunción ilusoria; la disponibilidad para dar testimonio de Él con valentía y, si es necesario, con el sacrificio supremo de la vida. De este modo, Santiago el Mayor se nos presenta como ejemplo elocuente de generosa adhesión a Cristo. Él, que inicialmente había pedido, a través de su madre, sentarse con el hermano junto al Maestro en su Reino, fue precisamente el primero en beber del cáliz de la pasión, en compartir con los apóstoles el martirio.

            Y, al final, resumiendo todo, podemos decir que su camino no sólo exterior sino sobre todo interior, desde el monte de la Transfiguración hasta el monte de la agonía, es un símbolo de la peregrinación de la vida cristiana, entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios, como dice el Concilio Vaticano II. Siguiendo a Jesús, como Santiago, sabemos, incluso en las dificultades, que vamos por el buen camino.
            Resumen: Santiago el Mayor, hermano de Juan, es uno de los tres discípulos que participan de cerca en momentos importantes de la vida de Jesús. La experiencia del sufrimiento de Cristo en el huerto de los Olivos, en contraste con la gloria manifestada en el Tabor, le ayudaría a madurar su fe, corrigiendo la posible imagen errónea de Jesús como un Mesías temporal. Después de Pentecostés, una tradición nos habla de su evangelización en España, así como del traslado de su cuerpo a la ciudad de Santiago de Compostela, que desde entonces es meta de numerosos peregrinos de todo el mundo.

            Del Apóstol Santiago podemos aprender la prontitud en responder a la llamada del Señor; el entusiasmo en seguirlo por los caminos que Él nos indica; la disponibilidad para dar testimonio de Él con valentía. Así, Santiago se presenta como ejemplo elocuente de generosa adhesión a Cristo, siendo el primero de los apóstoles en sufrir el martirio.

jueves, 17 de julio de 2014

Villanueva del Duque celebra a NªSª la Virgen del Carmen

 EL   ESCAPULARIO   DEL   CARMEN

                Conozca el origen de esta bella tradición mariana que afirma que “el que muera con él no padecerá el fuego eterno”.

                El Escapulario es un símbolo de la protección de la Madre de Dios a sus devotos y un signo de su consagración a María. Nos lo dio La Santísima Virgen. Se lo entregó al General de la Orden del Carmen; San Simón Stock, según la tradición, el 16 de julio de 1251, con estas palabras: «Toma este hábito, el que muera con él no padecerá el fuego eterno».

                A finales del siglo XII o principio del XIII nacía en el monte Carmelo, de Palestina, la Orden de los Carmelitas. Pronto se vieron obligados a emigrar a Occidente. En Europa, tampoco fueron muy bien recibidos por todos. Por ello el Superior General de la Orden, San Simón Stock, suplicaba con insistencia la ayuda de la Santísima Virgen con esta oración:
 Flor del Carmelo
viña florida
esplendor del Cielo
Virgen fecunda
¡Oh madre tierna!
intacta de hombre
a los carmelitas
proteja tu nombre
(da privilegios)
Estrella del mar.
 En 1251, la Bienaventurada Virgen María, acompañada de una multitud de ángeles, se apareció a San Simón Stock, General de los Carmelitas, con el escapulario de la Orden en sus manos, y le dijo: “Tú y todos los Carmelitas tendréis el privilegio, que quien muera con él no padecerá el fuego eterno”; es decir, quien muera con él, se salvará.

                Este relato lo encontramos ya en un santoral de fines del siglo XIV, que sin duda lo toma de códices más antiguos. En el mismo siglo XIII Guillermo de Sandwich O.C. menciona en su “Crónica”, la aparición de la Virgen a San Simón Stock prometiéndole la ayuda del Papa.

                Alude a este hecho el Papa Pío XII cuando dice: «No se trata de un asunto de poca importancia, sino de la consecución de la vida eterna en virtud de la promesa hecha, según la tradición, por la Santísima Virgen».
 También reconocida por Pío XII, existe la tradición de que la Virgen, a los que mueran con el Santo Escapulario y expían en el Purgatorio sus culpas, con su intercesión hará que alcancen la patria celestial lo antes posible, o, a más tardar, el sábado siguiente a su muerte, a esto se le conoce como “privilegio sabatino”.

                El privilegio sabatino consiste en que la Santísima Virgen sacará del purgatorio cuanto antes, especialmente el sábado después de su muerte, a quienes hayan muerto con el Escapulario y durante su vida hayan guardado castidad según su estado y rezado todos los días el oficio parvo. (Este se puede sustituir por la Liturgia de las Horas o por la abstinencia de carne los miércoles y sábados, o un sacerdote con facultad para ello, lo puede conmutar por otra obra piadosa, v.gr. el rezo diario del Rosario).
 Si uno peca contra la castidad o deja un día de hacer la obra prescrita, podrá recuperar el privilegio al confesarse y cumplir la penitencia (de manera semejante a como se recuperan los méritos perdidos por el pecado mortal, lo cual parece casi excesiva generosidad de Dios, pero es doctrina católica).

                El escapulario del Carmen es un sacramental, es decir, según el Concilio Vaticano II, “un signo sagrado según el modelo de los sacramentos, por medio del cual se significan efectos, sobre todo espirituales, que se obtienen por la intercesión de la Iglesia”. (S.C.60). (Infovaticana)
 ESCAPULARIO   DEL   CARMEN:   DEVOCIÓN   Y   NO   SUPERSTICIÓN

                  La devoción a la Virgen del Carmen incluye el llamado “privilegio sabatino” por el que se cree, según la tradición antigua y algunas revelaciones particulares, que nuestra Madre del Cielo se apiada de aquellas benditas ánimas del purgatorio el primer sábado tras su muerte en la tierra. Cuando se portó en vida el escapulario carmelita, la Virgen recompensa esa devoción haciendo más breve el paso intermedio del alma a la gloria eterna.
Naturalmente que esta tradición ha de ser valorada en su justa medida, y respetada como revelación particular. Y la reflexión que planteo en este artículo que se publica en un boletín carmelita parte de evitar tanto el escepticismo como la superstición en ésta o cualquier otra devoción mariana. Al igual que el tema de las indulgencias, al considerar el escapulario hay que comenzar recordando la doctrina de la Iglesia sobre la salvación: el cielo es un don de Dios inmerecido y gratuito. Nadie puede “conquistar” una eternidad con su solo esfuerzo. Dios nos regala la salvación pero no la impone, es decir, requiere una respuesta de cada ser humano desde la fe y las obras que avalan la autenticidad de esa fe. Ni sólo fe (como decía Lutero) ni solo esfuerzo (como predicó Pelagio). Desde ahí, la fundamentación evangélica la tenemos muy clara en el juicio de las naciones (Mateo 25) donde aprendemos que es la regla de amor (a Dios y al prójimo) la única vía posible como respuesta a la invitación de Dios al cielo.
Si creemos que se puede llevar una vida de cualquier manera, sin rechazar el pecado y sin atender a la gracia, y a la vez ganar indulgencias o llevar escapulario para asegurar la salvación, entonces nos ubicamos en la superstición y la fe vacía. Pero ello no significa que, desde un racionalismo frío, despreciemos los regalos que la Providencia nos ofrece para ayudarnos en nuestro camino hacia Dios. Y uno de esos regalos es el escapulario de la Virgen del Carmen. Si tratamos de llevar una vida cristiana sincera, desde la fe y las obras de amor fraterno, el escapulario realzará nuestro camino y si podemos esperar la promesa mariana del privilegio sabatino. Desde este punto llamo la atención de uno de los errores teológicos más extendidos ya desde mitad del siglo XX por una tergiversada interpretación del Vaticano II: la gratuidad de la salvación que no requiere respuesta humana desde la libertad, en línea afín con el protestantismo. Recomiendo la lectura de la encíclica SPES SALVI de Benedicto XVI sobre la esperanza: Dios no condena a nadie porque quiere que todos se salven, pero respeta la libertad de cada hombre en su aceptación o no de la salvación. Una vida obstinada en el pecado y en el rechazo continuo de la gracia lleva a la perdición porque uno mismo se cierra a la misericordia divina. Y una vida mediocre que no corresponda a la gracia sacramental de modo afirmativo lleva al paso intermedio que llamamos purgatorio y es dogma de fe definido en el concilio de Trento.
Antiguamente hubo en la vida cristiana un cierto exceso en las devociones en cuanto que éstas tendían a sustituir lo nuclear de la fe que es el compromiso. Esa tendencia se ha visto purificada desde una catequesis que interpela más hacia la coherencia. Y actualmente quizás suceda la tendencia opuesta que niega o a veces desprecia estas devociones que son un regalo de Dios. La solución estaría en vivirlas desde el equilibrio de la caridad y la humildad, pero hoy deben recuperarse e integrarse en cualquier proyecto de vida cristiana. (Adelanta la Fe)

sábado, 12 de julio de 2014

San Cristóbal 2014 en Villanueva del Duque

 San Cristóbal patrón de los conductores
 El Pregón de San Cristobal 2014 corrió a cargo de don Francisco Vigara
 Miembros de la Junta Directiva de la Asociación de San Cristóbal con el párroco don Ignacio, tras la Santa Misa 
Miembros de la Asociación de San Cristóbal de Villanueva del Duque
 Bendición de los vehículos a cargo del párroco don Ignacio Mora Vilaltella
 Oración de bendición
Cristóbal significa "el que carga o portador de Cristo".

San Cristóbal, popularísimo gigantón que antaño podía verse con su barba y su cayado en todas las puertas de las ciudades: era creencia común que bastaba mirar su imagen para que el viajero se viese libre de todo peligro durante aquel día. Hoy que se suele viajar en coche, los automovilistas piadosos llevan una medalla de san Cristóbal junto al volante.

¿Quién era? Con la historia en la mano poco puede decirse de él, como mucho que quizá un mártir de Asia menor a quien ya se rendía culto en el Siglo v. Su nombre griego, «el portador de Cristo», es enigmático, y se empareja con una de las leyendas más bellas y significativas de toda la tradición cristiana. Nos lo pintan como un hombre muy apuesto de estatura colosal, con gran fuerza física, y tan orgulloso que no se conformaba con servir a amos que no fueran dignos de él.

Cristóbal sirvió  primero a un rey, aparente señor de la tierra,  a quién Cristóbal vío temblando un día cuando le mencionarón al demonio.
Cristóbal entonces decidió ponerse al servicio del diablo, verdadero príncipe de este mundo, y buscó a un brujo que se lo presentará. Pero en el camino el brujo pasó junto a una Cruz, y temblando la evitó. Cristóbal le pregunto entoncés si él le temía a las cruces, contestandole el brujo que no, que le temía a quién había muerto en la Cruz, Jesucristo. Cristóbal le pregunto entonces si el demonio temía también a Cristo, y el brujo le contestó que el diablo tiembla a la sola mención de una Cruz donde murió él tal Jesucristo.


¿Quién podrá ser ese raro personaje tan poderoso aun después de morir? Se lanza a los caminos en su busca y termina por apostarse junto al vado de un río por donde pasan incontables viajeros a los que él lleva hasta la otra orilla a cambio de unas monedas. Nadie le da razón del hombre muerto en la cruz que aterroriza al Diablo.

Hasta que un día cruza la corriente cargado con un insignificante niño a quien no se molesta en preguntar; ¿qué va a saber aquella frágil criatura? A mitad del río su peso se hace insoportable y sólo a costa de enormes esfuerzos consigue llegar a la orilla: Cristóbal llevaba a hombros más que el universo entero, al mismo Dios que lo creó y redimió. Por fin había encontrado a Aquél a quien buscaba.
--¿Quién eres, niño, que me pesabas tanto que parecía que transportaba el mundo entero?--Tienes razón, le dijo el Niño. Peso más que el mundo entero, pues soy el creador del mundo. Yo soy Cristo. Me buscabas y me has encontrado. Desde ahora te llamarás Cristóforo, Cristóbal, el portador de Cristo. A cualquiera que ayudes a pasar el río, me ayudas a mí.

Cristóbal fue bautizado en Antioquía. Se dirigió sin demora a predicar a Licia y a Samos. Allí fue encarcelado por el rey Dagón, que estaba a las órdenes del emperador Decio. Resistió a los halagos de Dagón para que se retractara. Dagón le envió dos cortesanas, Niceta y Aquilina, para seducirlo. Pero fueron ganadas por Cristóbal y murieron mártires. Después de varios intentos de tortura, ordenó degollarlo. Según Gualterio de Espira, la nación Siria y el mismo Dagón se convirtieron a Cristo.
San Cristobal es un Santo muy popular, y poetas modernos, como García Lorca y Antonio Machado, lo han cantado con inspiradas estrofas. Su efigie, siempre colosal y gigantesca, decora muchísimas catedrales, como la de Toledo, y nos inspira a todos protección y confianza.

Sus admiradores, para simbolizar su fortaleza, su amor a Cristo y la excelencia de sus virtudes, le representaron de gran corpulencia, con Jesús sobre los hombros y con un árbol lleno de hojas por báculo.

Esto ha dado lugar a las leyendas con que se ha oscurecido su vida. Se le considera patrono de los transportadores y automovilistas.
 Bendición de los coches y motocicletas
 Preparación para la procesión por las calles de Villanueva del Duque
ORACIÓN A SAN CRISTÓBAL

(patrono de los automovilistas y choferes)

Señor, que das la vida y la conservas,
suplico humildemente guardes hoy la mía.
Dame, Dios mío, mano firme y mirada vigilante
para que a mi paso no cause daño a nadie.

Libera, Señor, a quienes me acompañan
de todo mal, incendio o accidente.
Enséñame a hacer uso de mi coche
para remedio de las necesidades ajenas.
Haz, en fin, Señor, que no me arrastre
el vértigo de la velocidad y que siga
y termine felizmente mi camino.

Te lo pido, Señor, por los méritos
de tu Santísimo Hijo Jesucristo
y por la intercesión de la Virgen María.

Amén

jueves, 10 de julio de 2014

Cristo Resucitado de Medjugorje


La escultura es de bronce y fue un regalo de unos peregrinos eslovenos como agradecimiento a la Virgen por las gracias derramadas sobre ellos y sus familiares tras algunas peregrinaciones a Medjugorje.

La estatua, que fue colocada en 1998 comenzó a gotear líquido de una de sus piernas en el 2001. Desde entonces lo hace de forma interrumpida y de forma inexplicable.

Vídeo y montaje de José Manuel Granados

Peregrinación a Medjugorje 2014

Santa María Reina de la Paz de Medjugorje
Un grupo de 19 villaduqueños peregrinaron hasta Medjugorje
Miles de personas todas las tardes en el Programa de la Parroquia de Medjugorje
Parte de nuestro grupo de peregrinos
 Subida a El Podbrdo (Monte de las Apariciones)
 Jesús Miguel, Ceci y Guía en el Monte de las Apariciones

 El cumpleaños de Ceci coincidió con nuestra estancia en Medjugorje y fue debidamente celebrado
 Una buena tarta para una alegre y feliz celebración
Con nuestra simpática guía croata Maia
Cándido y Sor Vicki, monja peruana llena del fuego del amor de Dios, que nos impresionó con su testimonio

Catalina con el milagroso Cristo Resucitado de Medjugorje, de cuya rodilla mana de forma interrumpida durante todo el año, una gota de agua
 Subida al Monte de la Cruz
 Jacinto medita una de las Estaciones del Vía Crucis
 María de Guía reza una Estación
 El  Krizevac , Monte de la Cruz
 Gregorio y Catalina
Los dos Candidos, con María Ángeles
 Momentos de convivencia fraterna
 La vuelta a casa de los peregrinos, cansados pero contentos y llenos de Dios
 Un día en Dubrovnik