ENTREVISTA A
ALEJANDRO LÓPEZ ANDRADA
Nuestro
paisano escritor, hijo predilecto de la localidad, autor de más de una treintena de libros (poesía, narrativa y ensayo), algunos galardonados a nivel nacional
con premios como el San Juan de la Cruz o el Premio Iberoamericano “Rafael Alberti”, acaba de publicar su
nuevo libro “Los álamos de Cristo”,
editado por la Editorial “Trifaldi”, de Madrid, en la que ha publicado sus dos
anteriores obras: “La esquina del mundo” (2012)
y “La tumba del arco iris” (2013). En
esta entrevista nos habla de los contenidos de este nuevo libro y de los
motivos que le movieron a escribirlo.
Pregunta: ¿De qué
habla su libro “Los álamos de Cristo”?
Respuesta: Habla
de temas que, según vemos a diario, hoy no están de moda. Temas como, por
ejemplo, la ternura, el amor, la fe y la espiritualidad. Y, sobre todo, habla
de la admiración de un niño, y luego hombre, por la figura de un cura rural.
P: ¿Existen en la
realidad esos “Álamos de Cristo?
R: Sí que existen.
No están lejos del pueblo; pero ese es un secreto que guardo en el libro y no
quiero descubrir.
P: ¿Está basado su
argumento en hechos reales o, al contrario, es un libro de ficción?
R: En “Los álamos
de Cristo” narro hechos que han sucedido en la realidad y que, al menos muchos
de ellos, he conocido. Pero, ante todo, su argumento gira en torno a la figura
de un sacerdote al que yo admiré muchísimo de niño y sigo admirando hoy día:
don Francisco Vigara, una persona que supo inculcar en mi espíritu una firme e
indestructible fe en Dios y en el Más allá.
P: Entonces, el libro
no es una novela sino un libro de ensayo.
R: Bueno, aunque
el argumento de la obra es la vida de un cura, en realidad el tono y el estilo
en que está escrita la acercan más al género de la novela biográfica, porque se
puede leer, y de hecho se lee, como una novela con una trama ágil y fluida. El
lector que tome el libro entre sus dedos no podrá dejarlo y lo leerá de un
tirón.
P: Si es así, como
dices, ¿cuánto tiene “Los álamos de Cristo” de tu propia biografía?
R: Prácticamente
todo lo que aparece en el libro es real, como antes dije, y pertenece, en una
gran parte, a experiencias vividas por don Francisco Vigara, el protagonista de
la historia, aunque también, por otro lado, es mi libro más sincero y
autobiográfico, pues aparecen narrados muchos momentos de mi niñez y
experiencias de personas que, antaño, vivieron muy cerca de mí, en mi espacio
familiar.
P: ¿Qué esperas
conseguir con este nuevo libro?
R: Llegar al
corazón de muchas personas y, de algún modo, mostrar el ángulo bueno y positivo
de la vida, poniendo como ejemplo la excelente labor de un sacerdote, don
Francisco Vigara, que se dedicó en cuerpo y alma a trabajar por la fe y la
religiosidad de nuestro pueblo, Villanueva del Duque, durante más de medio
siglo. Estoy convencido de que es un libro escrito a contracorriente, pues
habla de lo que yo nombro “Estética del bien” contra lo que hoy tanto se lleva:
la “Estética del mal”.
P: ¿No has sido
consciente de lo que arriesgas al escribir y publicar libros como éste,
dedicado a la vida de un sacerdote?
R: Claro que soy
consciente de lo que arriesgo. Cómo no; pero creo que ahora más que nunca debo
dar testimonio de mi fe cristiana y lo hago gustosamente, pues Jesucristo,
nuestro Señor, es quien guía mi vida desde mi infancia, y a Él le debo lo poco
que soy y he sido hasta hoy. A los sacerdotes se les ataca hoy más que nunca;
pero debo decir que he conocido curas extraordinarios, muchos de ellos, además,
muy buenos amigos míos. Yo, desde niño, quise ser cura. He sido y soy una
persona muy espiritual. Mis ojos siempre han mirado a otra vida invisible, más
alta. Mis modelos son, además de Jesús,
San Francisco de Asís, el Padre Pío de Pietrelcina y el Papa Juan XXIII.
P: Por último, ¿qué
les dirías a aquellas personas que deseen adentrarse en la lectura de “Los
álamos de Cristo”?
R: Solo puedo
decirles que la historia no les va a decepcionar. Es un libro lleno de poesía,
de magia, de ternura, de verdadero amor, y que habla de cómo se puede, y se
debe, construir el cielo aquí, en la tierra, siguiendo el modelo de Cristo, la
luz que nos guía hacia la Eternidad.
José Caballero
Navas