LAS PILAS
DEL AGUA BENDITA
EN LOS TEMPLOS
DE NUESTRO PUEBLO
“Haec aqua
benedicta, sit nobis
salus et vita”
Hay
elementos en nuestros templos, que por verlos de manera casi continua, no les
prestamos su debida atención, y en cambio, no sólo su presencia, sino que su
servicio está más allá de lo que pudiéramos pensar.
En
ésta ocasión, trataremos sobre las pilas o piletas del agua bendita.
Al
entrar en cualesquiera de nuestras iglesias, vemos como cerca de la puerta de
entrada, se sitúan las piletas o pilas de agua bendita, cada una de ellas con
un estilo y material diferente, pero con la misma utilidad, la de facilitar al
fiel que entra, el mojar sus dedos en el agua bendecida por el sacerdote y
signarse con el signo de la cruz sobre sí mismo. Al hacerlo, nos ponemos bajo
la protección de la Santísima Trinidad, y pedimos la disolución de nuestros
pecados veniales.
El
agua bendita, es uno de los sacramentales que la Iglesia nos ofrece para la
remisión de éstas culpas, y es al mismo tiempo, signo de que como bautizados,
entramos en la gran familia que es la Iglesia para celebrar los Misterios de
nuestra redención.
Los
sacramentales son "signos sagrados con los que, imitando de alguna manera
a los Sacramentos, se expresan efectos, sobre todo espirituales, obtenidos por
la intercesión de la Iglesia. Por ellos, los hombres se disponen a recibir el
efecto principal de los sacramentos, y se santifican las diversas
circunstancias de la vida". (Catecismo n.667; Canon n. 1166).
En
nuestra Iglesia Parroquial de San Mateo Apóstol, contamos con tres modelos
diferentes entre sí, pero con la característica de ser de piedra de granito, la
misma que conforma toda su fábrica.
Tras
pasar la puerta principal, nos encontramos con dos piletas, una a cada lado de
ella, diferentes entre sí, lo que nos hace suponer que la incrustada a la pared
del lado de la Epístola, de forma octogonal, acabada ligeramente en punta
rebajada, correspondiese a la original allí ubicada. La otra, la del lado del
Evangelio, sostenida por columna de fuste octogonal liso, que culmina en un
falso capitel, con las mismas líneas del fuste, que sostiene la pileta en sí, a
semejanza de una gran copa, de forma lisa cilíndrica. Su basa es cuadrada, con
molduras seguidas de tipo convexo.
Es
de suponer, que en la otra puerta del templo parroquial, la correspondiente al
lado de la Epístola, tras habilitar su espacio como capilla, al desaparecer su
función, fuese retirada y lamentablemente, desechada.
La
otra pila, la encontramos en la puerta del Evangelio, en su lado izquierdo, con
basa cuadrada moldeada, columna octogonal lisa y pileta redondeada, tipo
campanoidal invertida, también de granito.
En
la Ermita de san Gregorio Ostiense, encontramos dos singulares ejemplares de
piletas, correspondientes a sus inicios constructivos de mediados del Siglo
XVI, de mármol blanco, con ligera forma ovalada, canolada, y adosadas a la
propia pared.
La
Ermita de la Patrona, la Santísima Virgen de Guía, junto a la primera columna
de la nave central, del lado de la Epístola, se encuentra la amplia pila con
forma conoidal invertida, de granito, sostenida por un tosco fuste, ligeramente
rebajado por la parte central con
molduras al principio y final, careciendo de basa.
Al
margen de éstas construcciones fijas para disponer del agua bendita los fieles,
en ocasiones especiales, somos asperjados con ella a través del hisopo, que mojado
en el acetre sirve para que el sacerdote nos purifique con ella, motivo por el
cual, lo correcto, sería tras recibirla, hacer sobre nosotros el signo de la
cruz.
Y
cómo empezábamos:
“Que ésta agua bendecida, nos de
salvación y vida”
José Caballero
Navas