(Don Juan Alamillos, sacerdote Villaduqueño, 25 años de servicio y fidelidad)
Don Juan, ¿cuando se ordeno usted.?
Don Juan, ¿cuando se ordeno usted.?
Recibí la ordenación sacerdotal el 1 de
Octubre de 1.988.
¿Dónde
se ordenó?
En
la Catedral de Huelva. Allí recibí también, el lectorado y el diaconado. La
admisión a las Sagradas Ordenes fue en
la Capilla del Seminario Diocesano y el acolitado en la Capilla del Monasterio de las H.H. Oblatas de
Cristo Sacerdote, junto al Santuario de la Cinta, todo en Huelva.
¿Que razón
hubo, para que fuera todo en Huelva?
Muy sencillo de entender. Cuando hice las
oposiciones al cuerpo de Maestros Nacionales me destinaron a esa provincia,
concretamente a Castaño del Robledo, en pleno Parque Natural Sierra de Aracena
y Picos de Aroche. Al estar enclavado en esa provincia y diócesis pues fue ese Seminario quien me acogió.
¿Cuánto
tiempo duró su estancia en el Seminario?
Como seminarista, el tiempo necesario para
completar la formación sacerdotal. Yo comencé mis estudios teológicos en el
Instituto Internacional de Teología, dependiente de la Universidad de Comillas,
en Madrid, allá por el año 1.977, una vez que aprobé las oposiciones de
Magisterio. Me mandaban el temario y las lecciones y dos veces al año iba al
Instituto, en Madrid, para hacer los exámenes presenciales. Fui poco a poco
superando materia y, cuando me di cuenta tenía la Diplomatura en Teología. Por
tanto, y retomando tu pregunta, en el Seminario estuve dos cursos. Como te he
dicho completando lo poquito que me faltaba.
¿Le resultó
muy difícil seguir ese ritmo de estudio, a distancia, y en esa materia un tanto
novedosa para usted que venía del Magisterio?
No, que va, ni mucho menos. Gozaba, como un niño con balón
nuevo, cuando ya me entré de lleno en la materia teológica. Recuerdo que cuando hacía la Cristología fundamental, estaba en
Castaño del Robledo, y me marcaba una hora concreta, para irme a dormir, por
que, me podían dar las dos de la madrugada y sin enterarme. Como vivía solo no
tenía a nadie que pudiera controlar mis horas de descanso. En el Seminario no
se podía hacer eso. Luego los profesores del Instituto eran gente muy preparada
y lo explicaban todo muy bien, de modo que cuando acedías a los exámenes ibas
con mucha seguridad. De hecho no hube de repetir ningún examen.
Además, como ya tenía experiencia en estudiar
a distancia, no me resultó de una dificultad tan grande que me quitara el
sueño. Si te puedo afirmar que, toda la materia teológica me resulto muy amena,
agradable, luminosa y abriendo horizontes, que antes me resultaban poco menos
que infranqueables.
Bien, D.
Juan, llega el día en que su obispo le encomienda una tarea pastoral, ¿Cuál es
su primer destino? y luego. ¿Hubo otros?
Pues sí, unos días antes de la ordenación me
pregunta, mi obispo. ¿Dónde quieres ir? Mi contestación fue: que me ordenaba a
titulo diócesis y que por tanto donde él me necesitara yo iría con mucho gusto.
Entonces él insiste, eso ya lo sé, pero tú
manifiesta tu deseo de preferencia. Ante tal
obstinación, le dije, sin dar razones exhaustivas: Sierra, Condado,
Andévalo, Mina, Costa, Ciudad, por ese orden, eran mis preferencias. Con gran
sorpresa, mía, dan los destinos y a
todos los mandan a la Sierra, a mí me dejan en la Ciudad. Tendría que llevar:
Secretaría del Seminario, Tutoría de un curso del Seminario menor,
(bachilleres). Secretaría particular del obispo, y de visita pastoral. Ya ves
papeles, y más papeles, burocracia, actas, teléfono…. pero eso se me ordenó y
eso fue lo que hice. Si bien, en el fondo, no era nada de mi agrado
Mas he aquí que un buen día, se marcha un
sacerdote, como itinerante del Camino, y
se ve obligado, mi obispo, a mandarme para sustituirle hasta que encuentre
solución. (Con una orden: No vayas a poner casa pues te necesito aquí en el
Seminario)
Así es como llego a mi primera parroquia, en
la Sierra. Esta fue Almonaster la Real y sus nueve aldeas. Ya puedes imaginar
lo que es una parroquia rural y aldeana, ocurre de todo. Como los días se
dilataban y no llegaba el sacerdote que me sustituyera, no tuvo más remedio que
dejarme marchar a la Sierra. Allí retomo mis clases de 1º de primaria y
compagino escuela y parroquia. Muy bien, tenía una comunidad de Religiosas,
H.H. de la Providencia, y con una buena planificación se puede llegar a todas
partes. En esta parroquia y escuela he estado 17 años, generalmente en
primaria, aunque he tenido que dar casi de todo.
Hasta que tuvo de nuevo necesidad de mí, el
obispo, y me destinó donde estoy: Galaroza, Valdelarco, Navahermosa, y Los
Marines. Cuatro parroquias en un radio de 9 Km.
que entre todas pueden sumar unos 1.700 hab. Una pastoral dispersa donde
tienes que repetir lo mismo hasta cuatro veces. Luego están los extras, son
éstos aquellos servicios que te dan, pues porque hay que dar una mano al
compañero que necesita de ti. Así, tengo
una vez en semana la misa en el
Monasterio de las M.M. Carmelitas de Aracena. Cada quince días atiendo a las
Hermanitas del Asilo. Luego, tanto a
nivel arciprestazgo como a nivel de diócesis, pongo mi granito de arena, cuando
para ello se me requiere, en tareas que me son encomendadas. No me quejo, todo
lo contrario, doy muchas gracias a Dios por poder servir a la Iglesia desde mi
pobreza.
Bodas
de Plata, XXV años al servicio de la Iglesia, ¿Qué eso eso para usted.?
Para mí es Acción de Gracias, así con
mayúscula. Viendo la pobreza de mi persona, mis limitaciones, torpezas, miserias, ineptitudes, nulidades… y
que el Señor me tenga al frente y al servicio de una partecita de su Iglesia,
eso es para dar muchas gracias, a Dios, por la misericordia que derrama en mí,
sin mérito alguno de mi parte.
Cuando miras para atrás y ves que compañeros
tuyos, con cualidades inmejorables, en todo, un día dijeron no y dejándolo
todo se marcharon. Es algo que
interroga. Por eso digo que para mí este día, y los que han precedido y los que seguirán, hasta que Dios quiera, lo
serán de agradecimiento por el mucho amor, misericordia, paciencia,
benevolencia… que el Señor tiene para conmigo.
Junto al agradecimiento. Pedir perdón por lo
no bien hecho, por las mediocridades, por lo mal ejecutado. Los sacerdotes,
somos del mismo barro que el resto de los mortales, con nuestras limitaciones,
éxitos y fracasos, por lo cual hemos de reconocer que el mal, el pecado… nos
acompaña siempre y hemos de levantarnos tantas cuantas veces sea necesario, sin
rubor alguno, sabiendo que lo importante es imitar al Maestro en su camino al
Calvario, que caía pero se levantaba y seguía caminando. Con la mirada puesta
en la cima, donde hay que llegar.
(Santa Misa de Acción de Gracias por los veinticinco años de sacerdocio, celebrada en Villanueva del Duque el lunes 14 de Octubre de 2013)
Después de
estos años, con una experiencia, en ambientes rurales, se le nota feliz,
satisfecho, dispuesto a continuar. ¿Es
así o es imagen exterior?
Por supuesto que no me quejo de mi tarea
sacerdotal. Nada de exterior, la felicidad va por dentro, lo que se nota, es
que sin querer rebosa, como la cerveza. Son tantas las alegrías que se tienen,
en el ministerio, que las tristezas quedan nubladas. Si, 25 años dan mucho de
satisfacción, con niños, adolescentes, jóvenes, matrimonios, ancianos,
enfermos, agonizantes… que les has dado un átomo de serenidad, en momentos
claves de su vida.
Como la gente es agradecida, pues no lo
olvidan, y cuando te ven lo recuerdan. A veces paso apuros por que una mano que
se tiende, en momentos duros, yo no lo archivo y al paso del tiempo, te lo
recuerdan como si fuera ayer y lo paso
mal por que ignoro el caso en sí, los nombres, las circunstancias… Vamos, que
crisis vocacional no he tenido. Creo que por falta de tiempo para pensar en
tales superficialidades.
¿Cómo puede
ser un día cualquiera de un sacerdote, con una pastoral tan dispersa como la
suya y con tantas teclas que tocar?
Bueno puedo responder por mí, pues aunque
tenemos mucha unión, en el arciprestazgo, cada uno es muy libre de organizar su
vida. Levantarse a las siete, oración,
un largo paseo, desayuno y despacho. Visitas a enfermos comida y un buen rato de
lectura. Preparar homilías, catequesis, charlas… o marchar a la Parroquia que
corresponda y los cultos del día, confesionario, rosario,
vísperas y misa. Cena y sobre la doce a dormir habiendo leído un rato. Vida
sencilla y siempre atenta a lo que precisen del sacerdote y solo sacerdote.
(Don Juan con el actual párroco de Villanueva del Duque, don Ignacio Mora, que concelebró la Misa de Acción de Gracias)
Para
terminar, ¿que añadiría ?
Dar las gracias por la deferencia que habéis
tenido en hacerme esta entrevista. Desde aquí hacer un llamamiento a las
familias, para que no obstaculicen la vocación que en algún hijo se manifieste
al estado sacerdotal. Una vocación es una gracia que Dios da a una familia a un
pueblo, a una Parroquia. No la desaprovechemos. Pidamos, muy mucho, que el
Señor derrame esas gracias sobre nuestra Parroquia de San Mateo.
Próximamente tendremos una nueva ordenación
pero, ¿qué es eso después de XXV años que fue la mía? ¿Hemos de esperar, otros tantos, para que se
produzca otra? Ánimo a que sean muchas las oraciones que se eleven, al Dueño de
la mies para que envíe obreros a su viña.
Villanueva del Duque fue, siempre, un filón
de vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa. Ese filón hemos de seguir
buscándolo a fin de que no se vea privada, la Iglesia, de los trabajadores que
precisa. Más frecuencia ante el Sagrario, más rodillas suplicantes, más
disponibilidad para transmitir la fe a los niños, más vida cristiana en la
familia, más compromiso a la hora de oír la voz del Maestro que pasa y llama.
Sí, hagamos oración por las vocaciones,
levantando las manos al cielo, libres de ira y divisiones. ¡Que hermoso sería
que el Año de la Fe nos trajera las vocaciones que la Iglesia necesita!
Puesto ese deseo en manos de la Madre Inmaculada, que por esos lugares es GUÍA
que conduce al ansiado puerto, esperemos que sea Ella quien conduzca a las
familias hasta Cristo el único puerto de seguridad y salvación. Pido y deseo
salud y larga vida a fin de: Que pueda dar muchas gracias a Cristo Jesús, que
me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio, para poder servir a la
Iglesia hasta que el Señor me llame para, cantar eternamente sus misericordias
derramadas, copiosamente, en mí.
(Don Juan junto a su familia en la Parroquia de San Mateo Apóstol de Villanueva del Duque, tras la misa de Acción de Gracias por sus Bodas de Plata Sacerdotales)
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