domingo, 17 de noviembre de 2013

Solemnidad de los Santos Acisclo y Victoria, mártires, Patronos de la Diócesis de Córdoba

San Acisclo es el primer mártir de la historia de la ciudad de Córdoba, junto a su hermana Victoria. Ambos son los Patrones de Córdoba.

Fueron mártires de la primera persecución que afectó a la ciudad de Córdoba, bajo el dominio del emperador Septimio Severo y Dión como pretor.

Fue el 17 de noviembre de 313, según el acta que se conserva en la biblioteca del Convento de San Juan de los Reyes en Toledo. cuando San Acisclo fue degollado a las orillas del río, mientras que Santa Victoria fue asaeteda en el Anfiteatro romano.

Tradicionalmente se conmemora el 17 de noviembre el martirio de los mismos. 
Celebración de la Santa Misa Solemne en la conmemoración de los Santos Acisclo y Victoria
¿Qué quiere simbolizar el incienso?

El incienso crea una atmósfera agradable y festiva en torno a lo que se inciensa, a la vez que crea un aire entre misterioso y sagrado por la sutil impalpabilidad de su perfume y de su humo.
Pero más en profundidad indica la actitud de oración y elevación de la mente hacia Dios. Ya el Salmo 140 nos hace decir: "suba mi oración como incienso en tu presencia".
El incienso es símbolo, sobre todo, de la actitud de ofrenda y sacrificio de los creyentes hacia Dios. El incienso une de algún modo a las personas con el altar, con sus dones y sobre todo con Cristo Jesús que se ofrece en sacrificio.
El canto expresa y realiza nuestras actitudes interiores. El canto no sólo expresa sino que en algún modo realiza los sentimientos interiores de alabanza, adoración, alegría, dolor, súplica. No ha de ser considerado el canto como un cierto ornato que se añade a la oración, como algo extrínseco, sino más bien como algo que dimana de lo profundo del espíritu del que ora y alaba a Dios
El canto hace fiesta, crea clima más solemne y digno en la oración: nada más festivo y más grato en las celebraciones sagradas que una asamblea que toda entera, exprese su fe y su piedad por el canto
Coro Juvenil parroquial
                            
Cuando hablamos de proclamar la Palabra de Dios, estamos hablando de comunicar lo que Dios quiere decir a su pueblo, de lo que el Señor, creador y Padre de todos, quiere poner en la mente y el corazón de los que lo escuchan, siempre con la finalidad de que esa Palabra produzca frutos de vida eterna
El momento del ofertorio es esa actitud de poner mis pequeñas cosas de todo el día en manos de Dios, en esa patena, con la certeza de que Él me lo va a multiplicar en una grandeza de frutos espirituales y apostólicos.
Pon todo tu día en la santa misa y haz, asimismo, una misa de todo el día. Convierte cada minuto de tu vida en una ofrenda. Alegría, sorpresa, emoción, asombro, dolor o amargura confiados en el corazón de Cristo se tornan en eslabones de santidad. 
No, no sólo es cuestión de formas. Significa adoración, significa reconocimiento de la presencia real de Jesucristo en la eucaristía; significa respeto y actitud de fe de un hombre que se postra ante Dios porque sabe que todo viene de Él y nos sentimos anonadados, asombrados, ante la maravilla de Dios, su bondad y su misericordia. Indica una actitud profunda. A lo que tenemos que llegar es a esa actitud profunda del hombre que se postra ante Dios.
La participación en la Eucaristía, sacramento de la nueva alianza, es el culmen de la asimilación a Cristo, fuente de "vida eterna", principio y fuerza del don total de sí mismo
No es posible recibir la eucaristía como un alimento privado para después encerrarse en el propio individualismo. La Eucaristía nos une al Señor y en ese sentido nos une entre nosotros. Es vinculante, en el sentido de que nos hace miembros del Cuerpo de Cristo
Nos arrodillamos ante la humildad y la potencia de Cristo, que ha muerto por nosotros

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