AÚN NO HABÍA LLEGADO SU HORA... (Javier Sánchez
Martínez)
Y de pronto, ya, comenzamos a escuchar que se
acercaba su hora, que para esta hora ha venido, y que llegada la hora en que
había de ser glorificado, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo.
Ratzinger
ofrece una explicación-meditación clarísima. Que él tenga hoy la palabra:
"Detengámonos
por el momento en Juan, que, en su narración sobre la última tarde de Jesús con
sus discípulos antes de la Pasión, subraya dos hechos del todo particulares.
Nos relata primero cómo Jesús prestó a sus discípulos un servicio propio de
esclavos en el lavatorio de los pies; en este contexto refiere también el
anuncio de la traición de Judas y la negación de Pedro. Después se refiere a
los sermones de despedida de Jesús, que llegan a su culmen en la gran oración
sacerdotal. Pongamos ahora la atención en estos dos puntos capitales.
"Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús
que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los
suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo" (13,1).
Con la Última Cena ha llegado la "hora" de Jesús, hacia la que se
había encaminado desde el principio con todas sus obras (cf. 2,4). Lo esencial de esta hora queda perfilado por
Juan con dos palabras fundamentales: es la hora del "paso"
(metabaínein - metábasis); es la hora del amor (agápe) "hasta el
extremo".
Los dos términos se explican
recíprocamente, son inseparables. El amor mismo es el proceso del paso, de la
transformación, del salir de los límites de la condición humana destinada a la
muerte, en la cual todos estamos separados unos de otros, en una alteridad que
no podemos sobrepasar. Es el amor hasta el extremo el que produce la
"metábasis" aparentemente imposible: salir de las barreras de la
individualidad cerrada, eso es precisamente el agápe, la irrupción en la esfera
divina.
La "hora" de Jesús es
la hora del gran "paso más allá", de la transformación, y esta
metamorfosis del ser se produce mediante el agápe. Es un agápe "hasta el
extremo", expresión con la cual Juan se refiere en este punto
anticipadamente a la última palabra del Crucificado: "Todo está cumplido
(tetélestai)" (19,30). Este fin (télos), esta totalidad del entregarse, de
la metamorfosis de todo el ser, es precisamente el entregarse a sí mismo hasta
la muerte"
(J. Ratzinger, Jesús de Nazaret, Vol. II, Madrid 2011, pp. 70-71).
ORACIÓN AL SANTÍSIMO CRISTO DE LA PIEDAD
Clementísimo
Cristo de la Piedad, Soberano Rey de la gloria, Redentor nuestro Crucificado
por nuestro remedio: postrado a Vuestros pies, imploramos Vuestra misericordia.
Es verdad, Señor, que os hemos ofendido
mucho; es verdad que, con nuestras
culpas hemos renovado Vuestras llagas y heridas, pero a pesar de esto, os
pedimos humildemente que, puesto que subisteis a esa cruz para alcanzar el
perdón de nuestras maldades, nos perdonéis nuestras culpas y pecados, y el
título de Piedad con el que os veneramos sea para suspender el rigor de vuestra
justicia.
Vuestras
llagas están brotando misericordia; ellas son la medicina de nuestras
dolencias, a ellas nos acogemos, Señor, y os pedimos que nos deis gracias para
amaros, bendeciros y adoraros, a fin de que agradándoos en esta vida,
merezcamos una santa muerte que nos asegure la salvación eterna.
Amén
TRIDUO AL SANTÍSIMO CRISTO DE LA
PIEDAD
12, 13 Y 14 de Septiembre
VIERNES: a las 20:30 horas (ocho
y media de la tarde)
SÁBADO: a las 21:00 horas (nueve
de la noche)
DOMINGO: a las 20:30 horas (ocho
y media de la tarde)
Exposición del Santísimo
Sacramento, rezo del Santo Rosario y Santa Misa.
Información sobre el Santísimo Cristo de la Piedad en Villanueva del Duque. PULSA AQUÍ
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