viernes, 12 de septiembre de 2014

Empieza el Triduo al Santísimo Cristo de la Piedad

AÚN NO HABÍA LLEGADO SU HORA...  (Javier Sánchez Martínez)

                Y de pronto, ya, comenzamos a escuchar que se acercaba su hora, que para esta hora ha venido, y que llegada la hora en que había de ser glorificado, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo.

Ratzinger ofrece una explicación-meditación clarísima. Que él tenga hoy la palabra:

                "Detengámonos por el momento en Juan, que, en su narración sobre la última tarde de Jesús con sus discípulos antes de la Pasión, subraya dos hechos del todo particulares. Nos relata primero cómo Jesús prestó a sus discípulos un servicio propio de esclavos en el lavatorio de los pies; en este contexto refiere también el anuncio de la traición de Judas y la negación de Pedro. Después se refiere a los sermones de despedida de Jesús, que llegan a su culmen en la gran oración sacerdotal. Pongamos ahora la atención en estos dos puntos capitales.

                "Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo" (13,1). Con la Última Cena ha llegado la "hora" de Jesús, hacia la que se había encaminado desde el principio con todas sus obras (cf. 2,4). Lo esencial de esta hora queda perfilado por Juan con dos palabras fundamentales: es la hora del "paso" (metabaínein - metábasis); es la hora del amor (agápe) "hasta el extremo".
                Los dos términos se explican recíprocamente, son inseparables. El amor mismo es el proceso del paso, de la transformación, del salir de los límites de la condición humana destinada a la muerte, en la cual todos estamos separados unos de otros, en una alteridad que no podemos sobrepasar. Es el amor hasta el extremo el que produce la "metábasis" aparentemente imposible: salir de las barreras de la individualidad cerrada, eso es precisamente el agápe, la irrupción en la esfera divina.

                La "hora" de Jesús es la hora del gran "paso más allá", de la transformación, y esta metamorfosis del ser se produce mediante el agápe. Es un agápe "hasta el extremo", expresión con la cual Juan se refiere en este punto anticipadamente a la última palabra del Crucificado: "Todo está cumplido (tetélestai)" (19,30). Este fin (télos), esta totalidad del entregarse, de la metamorfosis de todo el ser, es precisamente el entregarse a sí mismo hasta la muerte"

(J. Ratzinger, Jesús de Nazaret, Vol. II, Madrid 2011, pp. 70-71).
ORACIÓN  AL  SANTÍSIMO  CRISTO DE  LA  PIEDAD

                Clementísimo Cristo de la Piedad, Soberano Rey de la gloria, Redentor nuestro Crucificado por nuestro remedio: postrado a Vuestros pies, imploramos Vuestra misericordia.

                 Es verdad, Señor, que os hemos ofendido mucho;  es verdad que, con nuestras culpas hemos renovado Vuestras llagas y heridas, pero a pesar de esto, os pedimos humildemente que, puesto que subisteis a esa cruz para alcanzar el perdón de nuestras maldades, nos perdonéis nuestras culpas y pecados, y el título de Piedad con el que os veneramos sea para suspender el rigor de vuestra justicia.

                Vuestras llagas están brotando misericordia; ellas son la medicina de nuestras dolencias, a ellas nos acogemos, Señor, y os pedimos que nos deis gracias para amaros, bendeciros y adoraros, a fin de que agradándoos en esta vida, merezcamos una santa muerte que nos asegure la salvación eterna.             
                  Amén
TRIDUO AL SANTÍSIMO CRISTO DE LA PIEDAD
12, 13 Y 14 de Septiembre

VIERNES: a las 20:30 horas (ocho y media de la tarde)
SÁBADO: a las 21:00 horas (nueve de la noche)
DOMINGO: a las 20:30 horas (ocho y media de la tarde)

Exposición del Santísimo Sacramento, rezo del Santo Rosario y Santa Misa.

Información sobre el Santísimo Cristo de la Piedad en Villanueva del Duque. PULSA AQUÍ

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