lunes, 10 de noviembre de 2014

Reflexiones desde el Sagrario (II): Dios Existe, Dios te ama

DIOS EXISTE, DIOS TE AMA

Cuántas veces tú y yo hemos sentido nuestra Fe simplemente como una pesada carga moral, moralina barata que pensamos que coarta nuestra libertad. Cuantas veces acudimos a la Iglesia como una mera rutina, o peor, como un convencionalismo social, sin valorar el inmenso don de vivir en una nación que aún conserva tan profundas raíces católicas y por ello la Iglesia mantiene una presencia tan cercana que ya desearían muchos católicos de otras partes del mundo.

Si olvidamos que el centro de nuestra Fe reposa en la Caridad nuestra vida cristiana es muy fácil que quede reducida a esa caricatura. Acabaremos entendiendo la Ley de Dios como un yugo y justificando (¡cuántas herejías han empezado en una justificación del pecado!) nuestras debilidades en los argumentos más inauditos, aunque mantengamos una cierta respetabilidad hacia la Iglesia y a la conveniencia de sus enseñanzas, las cuales se nos quedan demasiado grandes y las dejamos para venerables ancianitos o gente muy piadosa. También podemos descender a ese camino participando en la vida de la Iglesia pero simplemente centrándonos en aspectos secundarios, instrumentales y no esenciales perdiendo la perspectiva del amor de Cristo para caer en rutinas que acabarán marchitando nuestra Fe. Nos dice la Sagrada Escritura  que la Fe viva “actúa por la Caridad” (Ga 5,6). La Caridad no es solamente la limosna sino que es la virtud teologal por la que amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos por amor a Dios. Un eminente psicólogo actual señala que la felicidad es el efecto del amor, que es la causa. ¡Qué mayor amor puede haber que saber corresponder el amor de Dios al género humano! “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él” (Juan 3, 16-18). Ten presente ese amor de Dios en tu vida cotidiana y en las cosas más ordinarias descubrirás una dimensión salvífica y vivificadora. Si ignoramos ese principio nos condenaremos a una vida pequeña, minúscula, rutinaria.  ¡Viva Dios Santo Amor! es un clásico lema de la Cristiandad; hagamos que esa convicción persuada nuestras vidas y ensanche nuestras almas y volveremos a edificar, por el amor de Dios, cosas enormes.

El Señor es mi pastor,
nada me faltará

Salmos 23
Victor Javier Ibañez

(Licenciado en derecho, funcionario de carrera, católico de convicción. Amante de la montaña y el mar abierto. Rociero y cofrade. Amigo de nuestra parroquia)

Primera reflexión de Victor: TODOS PODEMOS SER SANTOS

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