sábado, 1 de noviembre de 2014

Reflexiones desde el Sagrario (I): Todos podemos ser Santos

En la festividad de Todos los Santos: todos podemos ser Santos

Acabamos de celebrar una de las fiestas más importantes del año litúrgico, la de Todos los Santos, que recuerda a la Iglesia triunfante que goza de la contemplación eterna de Dios.

Los Santos que forman la Iglesia triunfante fueron personas de carne y hueso como tú y como yo. A ellos acudimos tantas veces para que intercedan ante Dios por este o aquel problema o intención. Sus figuras nos han acompañado muchas veces y han impregnado el ambiente de nuestro pueblo y de nuestros hogares. Sus fiestas patronales son ocasión extraordinaria de divertimento, donde nos engalanamos e intentamos disfrutar al máximo. Por ello no debemos caer en una visión distorsionada de lo que es la santidad. La excepcionalidad de los Santos no derivó de la posesión de unos dones más especiales de las que tú y yo podamos tener. No fueron fruto de una elección predeterminada de Dios. En la mayoría de las ocasiones no se manifestaron en signos extraordinarios o milagrosos.
Las personas que alcanzan la Santidad son varias y muy diversas: mujeres y hombres de todo origen y condición, con caracteres, personalidades, conductas y circunstancias distintas y diferentes. Sólo tienen un rasgo en común: se conformaron en Dios. Entiéndase conformarse no como resignación, sino como ajustar, adecuar, armonizar con la voluntad de Dios. Los Santos pusieron sus circunstancias, sus vidas ordinarias, su peregrinar en medio del mundo al servicio de Dios y alcanzaron la felicidad en este mundo y el premio de la eterna contemplación de Dios. Esa conformación en Dios les dotó de muchísimas gracias que les ayudaron a sobrellevar las pequeñas cruces y problemas de la vida cotidiana. Los Santos sufrieron como tú y como yo, tuvieron momentos de flaqueza y pecaron tantas veces, o más, que tú y que yo. Pero el Amor de Dios puede más que todas nuestras debilidades, por eso nos otorga el bálsamo de los sacramentos, todos los Santos se valieron de ellos, como podemos hacer tú y yo,

No busques la santidad en hazañas extraordinarias. Confía en Él que tanto nos ha amado y lo que tenga que venir vendrá. En medio de tu vida puedes ser Santo, estás llamado a ser Santo.

Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda;
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
Sólo Dios basta.

(Santa Teresa de Jesús)


Victor Javier Ibañez

(Licenciado en derecho, funcionario de carrera, católico de convicción; amante de la montaña y el mar abierto. Rociero y cofrade. Amigo de nuestra parroquia)

No hay comentarios:

Publicar un comentario