De
todas las fiestas que a lo largo del año litúrgico celebra la comunidad de
Villanueva del Duque, sobresale por el singular protagonismo de los niños, la
Presentación del Señor en el Templo y la Purificación de María, conocida
popularmente con La Candelaria, a los cuarenta días del nacimiento del Señor,
marcada en el calendario el día dos de febrero.
El origen litúrgico de esta
fiesta es oriental, y conmemora el acontecimiento en el que la Virgen María y
San José, presentan al Niño Jesús en el Templo de Jerusalén, cumpliendo además
con el rito de la ley de Moisés el cual
manda que toda mujer tras dar a luz a un hijo varón primogénito, en el
plazo de cuarenta días tiene que acudir al Templo para ser purificada, y ofrecer
el niño al Señor, entregando para ello un par de tórtolas o dos pichones.
Presentación de Jesús tabla altar Ermita V.de Guía.
Presentación de Jesús tabla altar Ermita V.de Guía.
En un principio, hasta
aproximadamente el Siglo VI, la Candelaria, se celebraba a los cuarenta días de
la Epifanía, lo que venía a ser el 15 de febrero, hasta que se estableció en la
actual fecha.
El carácter principal de la
fiesta, radicaba hasta después del Concilio Vaticano II, en la Purificación de
la Virgen María, siendo una de las celebraciones marianas con más arraigo
popular, pero es a partir del citado Concilio, cuando se le otorga su verdadero
valor litúrgico, que es el de la Presentación de Jesús en el Templo, dándole de
este modo un sentido cristológico sobre cualquier otro.
Cumplido el precepto de ofrecer
los siclos (la moneda de aquel tiempo) al Templo, la Sagrada Familia de
Nazaret, en su salida, oye las profecías de dos ancianos que iluminados por el
Espíritu Santo elogian y anuncian grandes y dolorosos acontecimientos que
marcarán la vida del Niño y de la Madre.
Estos acontecimientos marcan este
día: el del encuentro y profecía del anciano Simeón, y el de la profetisa Ana,
todo ello relatado en el Evangelio de San Lucas (Lc.2, 22-38). Así, Simeón
entona lo que conocemos como el “Nunc dimittis”, que dice: “Ahora, Señor, según
tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en
paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quién has presentado
ante todas los pueblos: luz para alumbrar a las naciones, y gloria de tu pueblo
Israel” (Lc.12, 29-32).
La fundación de esta fiesta en
Villanueva del Duque, surgió del entonces recién llegado párroco, don Francisco
Vigara Fernández, y las mujeres que formaban la Acción Católica, en el año
1.953.
Dos son las partes en las que se
vive la celebración, claramente difenciadas y en escenarios diferentes.
Por la tarde, en la Ermita de
nuestra Patrona, la Stma. Virgen de Guía, se reúnen todas los padres y madres,
con sus hijos, los cuales han sido bautizados durante el año hasta este día, y
una vez allí, tras la presentación y consagración de los niños por el párroco,
se les impone el santo escapulario de la Virgen del Carmen, pasando a
continuación a besar un portapaz con la imagen de la Virgen de Guía. Tras este
acto religioso, se comparte café con dulces entre todos los asistentes.
Ya, por la noche, y en la
Parroquia de San Mateo Apóstol, tiene lugar la segunda parte de “la
Candelaria”, y en donde ya entran las velas como protagonistas que han dado
nombre a la fiesta.
Entrada de la Imagen de la Virgen en la Iglesia, portada por las madres de los niños bautizados en el 2013
Antes de salir procesionalmente
con la Virgen de la Candelaria por la propia plaza de la Iglesia, el párroco procede al reparto y
bendición de las velas que los fieles portarán encendidas durante el breve
recorrido procesional, así como la bendita Imagen de la Virgen, cuya vela será
el centro de todas las miradas para comprobar si el frío invierno está ya a
punto de concluir, o por el contrario, aún quedan largos días de frío.
Para ello, hay una antiquísima jaculatoria,
que dice así: “Si la Candelaria, plora,
el invierno no fora; si la Candelaria no plora, el invierno fora”.
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