LA SEMANA SANTA. DIRECTORIO
SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA
138. "Durante la Semana Santa la Iglesia celebra los misterios
de la salvación actuados por Cristo en los últimos días de su vida, comenzando
por su entrada mesiánica en Jerusalén".
Es muy intensa la participación del pueblo en los
ritos de la Semana Santa. Algunos muestran todavía señales de su origen en el
ámbito de la piedad popular. Sin embargo ha sucedido que, a lo largo de los
siglos, se ha producido en los ritos de la Semana Santa una especie de
paralelismo celebrativo, por lo cual se dan prácticamente dos ciclos con
planteamiento diverso: uno rigurosamente litúrgico, otro caracterizado por
ejercicios de piedad específicos, sobre todo las procesiones.
Esta diferencia se debería reconducir a una correcta
armonización entre las celebraciones litúrgicas y los ejercicios de piedad. En
relación con la Semana Santa, el amor y el cuidado de las manifestaciones de
piedad tradicionalmente estimadas por el pueblo debe llevar necesariamente a
valorar las acciones litúrgicas, sostenidas ciertamente por los actos de piedad
popular.
Domingo de Ramos
Las palmas y los ramos de olivo o de otros árboles
139. "La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos
"de la Pasión del Señor", que comprende a la vez el triunfo real de
Cristo y el anuncio de la Pasión".
La procesión que conmemora la entrada mesiánica de
Jesús en Jerusalén tiene un carácter festivo y popular. A los fieles les gusta
conservar en sus hogares, y a veces en el lugar de trabajo, los ramos de olivo
o de otros árboles, que han sido bendecidos y llevados en la procesión.
Sin embargo es preciso instruir a los fieles sobre el
significado de la celebración, para que entiendan su sentido. Será oportuno,
por ejemplo, insistir en que lo verdaderamente importante es participar en la
procesión y no simplemente procurarse una palma o ramo de olivo; que estos no
se conserven como si fueran amuletos, con un fin curativo o para mantener
alejados a los malos espíritus y evitar así, en las casas y los campos, los
daños que causan, lo cual podría ser una forma de superstición.
La palma y el ramo de olivo se conservan, ante todo,
como un testimonio de la fe en Cristo, rey mesiánico, y en su victoria pascual.
DEL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
La entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén
559. ¿Cómo va a acoger Jerusalén a su Mesías? Jesús rehuyó siempre las tentativas populares de hacerle rey (cf. Jn 6, 15), pero elige el momento y prepara los detalles de su entrada mesiánica en la ciudad de "David, su Padre" (Lc 1, 32; cf. Mt 21, 1-11). Es aclamado como hijo de David, el que trae la salvación ("Hosanna" quiere decir "¡sálvanos!", "Danos la salvación!"). Pues bien, el "Rey de la Gloria" (Sal 24, 7-10) entra en su ciudad "montado en un asno" (Za 9, 9): no conquista a la hija de Sión, figura de su Iglesia, ni por la astucia ni por la violencia, sino por la humildad que da testimonio de la Verdad (cf. Jn 18, 37). Por eso los súbditos de su Reino, aquel día fueron los niños (cf. Mt 21, 15-16; Sal 8, 3) y los "pobres de Dios", que le aclamaban como los ángeles lo anunciaron a los pastores (cf. Lc 19, 38; Lc 2, 14). Su aclamación "Bendito el que viene en el nombre del Señor" (Sal 118, 26), ha sido recogida por la Iglesia en el "Sanctus" de la liturgia eucarística para introducir al memorial de la Pascua del Señor.
560 La entrada de Jesús en Jerusalén manifiesta la venida del Reino que el Rey-Mesías llevará a cabo mediante la Pascua de su Muerte y de su Resurrección. Con su celebración, el domingo de Ramos, la liturgia de la Iglesia abre la Semana Santa.
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