La Virgen Santísima entrega el Rosario a Santo Domingo de Guzmán
¿Cuándo nace la Oración del
Rosario?
Tiene
un origen muy antiguo. De hecho, parece remontarse al siglo XII cuando,
incluso, desde hacía ya mucho tiempo, era recitado por los monjes cartujos.
Luego se difundió rápidamente por todo el mundo católico, asumiendo diferentes
características pero conservando siempre la invocación a María Santísima. La
popularidad del Rosario se confirma también por el gran número de cofradías y
asociaciones que, tanto en el pasado como en el presente, llevan su título. La
fiesta litúrgica en honor a Nuestra Señora del Rosario se celebra el 7 de
octubre. El Papa Gregorio XIII trasladó la fiesta a esta fecha sustituyendo la
fiesta de Santa María de la Victoria que su antecesor había instituído para
conmemorar la victoria de la flota cristiana sobre la flota turca en Lepanto,
que amenazaba las costas del Véneto.
"Con el Rosario se ganan batallas" Padre Pío de Pietralcina. Batalla
de Lepanto
¿Qué dijeron algunos papas acerca
del Rosario?
A
causa de la rápida difusión en la Iglesia, el Rosario fue regulado, reconocido
oficialmente y recomendado a los fieles por parte de los Sumos Pontífices.
El
primer Papa que determinó oficialmente la fisonomía esencial, le concedió el
carisma esencial y lo recomendó al pueblo de Dios, fue el Dominico San Pío V.
Memorables son las bulas ‘Consueverunt’ del 1569, verdadera magna carta del
Rosario y la ‘Salvatoris Domini’ del 1572, escrita después de la victoria de la
cristiandad en Lepanto.
Otro
gran pontífice del Rosario fue el Papa León XIII. Este Papa, muy devoto de esta
oración, le dedicó 22 documentos. La presentó como una “manera fácil de hacer
penetrar e inculcar en las almas los principales dogmas de la fe cristiana”.
En
el año 1883 estableció que “todo el mes de octubre ese año y del próximo fuera
consagrado y dedicado a la Virgen del Rosario”. Del año 1891 recordamos la
significativa definición que dió del Rosario: “como el carnet de nuestra fe y
el compendio del culto debido a María”. En el año 1892 justifica sus
recomendaciones de rezar el Rosario diciendo que es “una excelente forma de
oración, un medio eficaz para conservar la fe y un insigne ideal de perfecta
virtud: es conveniente que los cristianos lo tengamos frecuentemente entre las
manos y lo meditemos piadosamente”. En el 1898 llega a afirmar que el “Rosario
constituye la forma de oración privada más excelente y el medio más eficaz para
conseguir la vida eterna” y que “en la hora suprema los devotos del Rosario
serán consolados por la ternura maternal de la virgen María y se dormirán
dulcemente en su seno”.
El
Papa San Pío X estimó y amó el Rosario recitándolo fielmente antes y durante su
pontificado. Él afirmó: “el Rosario constituye la oración por excelencia
uniendo a la meditación de los misterios de nuestra religión y a las más santas
oraciones, la mediación de la santísima Virgen. Debemos nutrir nuestra
esperanza que por medio de esta práctica el Señor nos conceda las mejores
gracias”. En su testamento recomendó “la oración que, siempre después de la
oración litúrgica, es la más bella de todas, la más rica de gracias, aquella
que más le gusta a la Virgen María”.
Con
importantes encíclicas y discursos exaltaron y recomendaron el Rosario
Benedicto XV y Pio XI, a quien se le atribuye la provocadora frase, muchas
veces citada: “podría convertir el mundo si habría un ejército que recitara el
Rosario”.
En
cambio, de Pio XII es la famosa definición: “el Rosario es síntesis de todo
Evangelio, meditación de los misterios del Señor, sacrificio vespertino, corona
de rosas, himno de alabanza, oración de la familia, compendio de vida
cristiana, signo seguro de favores celestiales, defensa para la esperada salvación”.
San
Juan Pablo II, el 16 de octubre de 2002, publicó la Carta Apostólica Rosarium
Virginis Mariae, en ocasión del 120° aniversario de la encíclica Supremi
apostolatus officio con el cual León XIII, el 1° de septiembre de 1883, dió
inicio a una serie de publicaciones dedicadas al Rosario.
“Caracterizado
por su fisonomía mariana”, Juan Pablo II escribe en la introducción de la
Carta: “el Rosario es oración del corazón cristológico” que con su “simplicidad
y profundidad sigue siendo, aún en este tercer milenio, una oración de grande
significado, destinada a dar frutos de santidad”. Juan Pablo II proclamó el año
que va desde octubre de 2002 hasta octubre del 2003 “Año del Rosario”,
invitando a recitar esta oración, que “lleva al corazón mismo de la vida
cristiana y ofrece una ordinaria pero fecunda oportunidad espiritual y
pedagógica para la contemplación personal, la formación del pueblo de Dios y la
nueva evangelización”.
LA ESTRUCTURA DEL ROSARIO
¿De cuántas Ave María está
formado actualmente el S. Rosario?
Está
formado de 200 Ave María, divididas en decenas, reagrupadas en 4 ciclos de 5
Misterios cada uno. Cada corona del Rosario está formada de 5 decenas. La
corona del Rosario surge como instrumento para contar las oraciones, y fue
confeccionada inspirándose en instrumentos similares existentes en otras
religiones, en particular al utilizado por los budistas (108 granos) y por los
musulmanes (99 granos, es decir, la cantidad de nombres atribuidos al Dios del
Corán). Por ejemplo, en el año 1516, León X aprobaba una ‘corona’ en honor de
Nuestro Señor que constaba de 33 pequeños granos (los años de Cristo según la
tradición popular) para recitar 33 Pater noster agregando 5 granos más grandes
(las llagas de Cristo) para recitar cinco Ave María.
¿Por qué en el pasado el S.
Rosario estaba formado por 150 Ave María?
El
Rosario de 150 Ave María hacía referencia a los 150 salmos que forman parte de
la Liturgia de las Horas y que en el pasado (pero a veces también en el
presente) las personas sencillas sustituían recitando cotidianamente 150 Pater.
Con el desarrollo de la piedad mariana fue propuesta la recitación de 150 Ave
María, cuando esta oración no tenía todavía la segunda parte, que fue agregada
a fines del siglo XV.
IMPORTANCIA DEL ROSARIO
¿Cuál es la relación entre el
Rosario y la vida cotidiana?
“Nuestro
corazón – afirmó Juan Pablo II en el primer año de su pontificado – puede
contener en estas decenas del Rosario todos los hechos que componen la vida del
individuo, de la familia, de la nación, de la Iglesia y de la humanidad”. Con
respecto a la “implicación antroplógica” del Rosario, el Papa lo define como
“el secreto para abrirse más fácilmente a un conocimiento profundo de Cristo a
través de María”, pero además una manera de pedir ayuda a Cristo por “los
muchos problemas, preocupaciones, fatigas y proyectos que caracterizan nuestra
vida”. El Rosario es también una respuesta a aquella “renovada exigencia de
meditación”, típica de nuestra época.
Cuadro en nuestra Parroquia 7 de Octubre Fiesta de Nª Sª del Rosario
¿En qué sentido el Rosario es la
oración por la paz y la familia?
Paz
y familia: para el Papa San Juan Pablo II, éstos son dos ámbitos particulares
en los cuales la oración del Rosario se revela capaz de “hacer esperar un
futuro menos oscuro”.
“El
Rosario es una oración que por su naturaleza está orientada hacia la paz”,
escribe Juan Pablo II en la citada carta apostólica del año 2002, “también por
los frutos de caridad que produce”, entre los cuales “el deseo de acoger,
defender y promover la vida, haciéndose cargo del sufrimiento de los niños en
todas partes del mundo”; de “testimoniar las bienaventuranzas en la vida de
cada día”; de “hacerse ‘cireneos’ de cada hermano abatido por el dolor o
aplastado por la desesperación”. En una palabra, de convertirse en
“constructores de paz en el mundo” y de “esperar que, una ‘batalla’ tan difícil
como es la de la paz también hoy pueda ser vencida”.
Otro
ámbito crítico de nuestro tiempo, por el cual Juan Pablo II pide un compromiso
mayor, es el de la familia. El proponer nuevamente el Rosario en las familias
cristianas, en el marco de una más amplia pastoral de la familia, según el
Papa, puede constituir una óptima ocasión para:
-
alimentar la oración familiar tan importante también hoy;
-
confiar a la oración del Rosario, el itinerario de crecimiento de los hijos;
-
ayudar a los padres a colmar la distancia cultural entre las generaciones;
-
redescubrir el valor del silencio y
-
favorecer el estar juntos y comunicarse entre los diversos miembros de la
familia.
¿Existe un Rosario misionero?
Sí,
y es muy sugestivo: la decena blanca es por la vieja Europa, para que sea capaz
de recuperar la fuerza evangelizadora que generó tantas Iglesias; la decena
amarilla es por Asia, que explota de vida y juventud; la decena verde es por
África, probada por el sufrimiento pero disponible para el anuncio; la decena
roja es por América, semillero de nuevas fuerzas misioneras; la decena azul es
por el continente de Oceania y de Australia que espera una mayor difusión del
Evangelio.
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