La primera Charla Cuaresmal 2015 en la parroquia San Mateo, fue pronunciada por don Fernando Martín Gómez, párroco del Viso de los Pedroches y Santa Eufemia. Este fue el esquema de la charla
NUESTRA LUCHA CONTRA
SATANÁS
Hemos iniciado el tiempo de Cuaresma, y en
él se nos ha invitado, con la imposición de la ceniza a convertirnos al Señor
de todo corazón. La conversión es algo que todo bautizado debe tomar muy en
serio. Es un proceso constante en la vida del discípulo de Cristo; es un
verdadero combate contra el pecado y las fuerzas del mal, que están siempre
presentes en lo que S. Pablo llama “la carrera de la fe”.
Es este un tema demasiado olvidado en los
ambientes cristianos, en las parroquias, en la catequesis. Queremos hacer
amable el mensaje evangélico, atrayente, y para ello, con demasiada frecuencia
olvidamos que el seguimiento de Cristo es exigente, pero no en un sentido
negativo; y es aquí donde está el problema. Todo lo que suene a exigencia lo
tachamos de radical, de excesivo, de fanatismo; y usamos expresiones que
descalifican a los que quieren ser fieles y coherentes: los juzgamos de beatos,
extravagantes, cuando no de sectarios o
gente tocada.
Es ya una forma de engaño por parte del
enemigo de las almas. Y es de este tema del que quiero que reflexionemos
juntos.
Leamos los versículos 10-12 del cap. 6 de la
carta a los Efesios:
“Por lo demás, confortaos en el Señor y en la fuerza de su poder;
vestíos e toda la armadura de Dios para
que podáis resistir a las insidias del diablo, que no es nuestra lucha contra
la sangre y la carne, sino contra los principados, contra las potestades,
contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malos de
los aires. Tomad pues la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día
malo, y, vencido todo, os mantengáis firmes (y siguientes)….”
Efectivamente: el demonio no es un mito, ni
es un género literario, ni una manera de llamar a las fuerzas malignas que operan
en el ser humano. El demonio existe. Y en todos los relatos evangélicos se hace
clara diferencia entre enfermedades y posesiones. Expresamente en el NT se
menciona a los espíritus malignos 56 veces, a los ángeles malos 11 veces, a los
demonios 62 veces, a endemoniados y posesos 20 veces, al adversario, 4 veces, a
Belcebú 7 veces, a la Bestia 37 veces, al diablo o diabólico 34 veces, al
Dragón 13 veces, al enemigo 19 veces, al homicida 1 vez, al padre de la mentira
1 vez, al príncipe de los demonios o de este mundo 10 veces, a la serpiente o
tentador, 14 veces, al Maligno 12 veces, a Satanás 36 veces.
Demasiadas para referirse a un género
literario, nos les parece? Precisamente la gran mentira y la artimaña del
demonio es hacer creer que no existe.
Así
que, por una lado, está el pecado del hombre: “Del corazón del hombre salen
todos los pecados”, nos dice Jesús; pero además de pedir en el Padre Nuestro
que no nos deje caer en la tentación, que siempre estará presente, pedimos ser
liberados del mal. Mt, expresamente dice “líbranos del Maligno”, auque las
traducciones no siempre son fieles
Porque la tentación la vencemos con la
gracia de Dios. El Maligno, sin embargo, ha de ser expulsado por el dedo de
Dios (Lc. 11, 20).
Cuando hablamos de estos temas nos puede
parecer estar hablando de películas de terror, de historias fantásticas, de
cuentos para entretener. Pero so pena de deformar la palabra evangélica, más
aún, de inventarla y hacerla decir lo que no dice, tenemos que testimoniar que
el diablo existe. Leamos el discurso de Jesús en Mt. 12, 22-28:
“…pues los fariseos, que esto oyeron, dijeron: Este no echa los demonios
sino por el poder de Beelzebul, príncipe de los demonios. Penetrando Él sus
pensamientos les dijo:Todo reino en sí dividido será desolado, y toda casa en
sí dividida, no subsistirá. Si Satanás arroja a Satanás, está dividido contra
sí [...] Más si yo arrojo a los demonios con el dedo de Dios, entonces es que
ha llegado a vosotros el reino de Dios”
Veamos la diferencia con unos versículos
anteriores (9-16); se produce la curación de un hombre con la mano seca, en la
que no se increpa a ningún espíritu inmundo, según el uso evangélico del
término.
Hay
una clara diferencia entre curación y expulsión de demonio o exorcismos.
Amén de los continuos testimonios de la
Santísima Virgen María en apariciones aprobadas por la Iglesia como Fátima,
Akita y tantas otras. Las apariciones de Medjugorje no están aprobadas (Ni
condenadas; hay una comisión de investigación sobre el tema), pero en los
hipotéticos mensajes, la Virgen Santísima habla muchas veces de la acción de
Satanás. Son ganas de echarse a la gente encima. Me refiero a que si queremos
ser creídos por los demás, evitaremos temas espinosos; pero no: en Medjugorje
también se habla de Satanás.
Oigamos a Santa Faustina Kovalska: “Yo, Sor Faustina, por orden de Dios estuve
en los abismos del infierno para hablar
a las almas y dar testimonio de que el infierno existe”. El P. Pío, Sta
Catalina de Siena, S. Felipe Neri, y una larga lista de santos han sido
atacados por el demonio especialmente. O están todos locos o dicen la verdad.
Pero ¿por qué hablar del demonio? ¿No es
mejor, más pedagógico y atractivo hablar de cosas bonitas? ¿Es necesario hablar de esto? Cuando la Palabra
de Dios, y todos los testimonios que acabamos de citar no lo obvian, es porque
es absolutamente urgente y necesario hablar del tema: “la verdad os hará libres”.
Y porque una neumonía no se cura con paracetamol, ni el cáncer con antibiótico.
Cada dolencia tiene su tratamiento. Y a Satanás hay que enfrentarlo con las
armas de la fe y los auxilios que el cielo ha dispuesto.
Además, está el testimonio de los
exorcistas; ellos saben muy bien por la
larga experiencia que tienen cómo Satanás arruina hogares, familias y personas.
¿Quién es Satanás y quienes componen su
ejército?
Satanás, el Adversario, es un ser angélico,
es decir, criatura de Dios, ser espiritual, con libertad y voluntad. Los
demonios, son espíritu puro, y mantienen intacta su naturaleza angélica. Pero
en vez de someterse a la voluntad de Dios y vivir en comunión de amor con Él,
decidieron rebelarse, no someterse, considerando la obediencia a Dios como una
pérdida de libertad y autonomía. Es la consideración de este sometimiento como
algo negativo lo que les lleva a la rebelión. Pero en el mundo angélico, no
sometido al tiempo, una decisión tiene carácter definitivo, puesto que tienen
una inteligencia superior al hombre y lo decidido impregna ya toda la
existencia de forma irrevocable. Una vez rebelados ya no hay posibilidad de
arrepentimiento; no es que Dios no pueda perdonar; es que ellos se niegan a
aceptar la misericordia. Se trata de una negación eterna.
¿Por qué atormentan a los hombres? Por odio
y por envidia. Es muy simple: el odio, como el amor, tiene a propagarse para
que afecte a todos, es decir, busca instalarse no solo en el propio corazón,
sino allí donde se le deja un hueco, busca dominarlo todo.
La manera ordinaria en que actúa contra el
hombre es tentándolo. La tentación fue sufrida por el mismo Jesús, y no sólo en
el desierto, como leíamos el domingo pasado, sino durante toda su vida. Con la
gran diferencia de que el no tenía inclinación al pecado (nosotros sí), pero la
tentación le mordió realmente por la acción del enemigo.
Cuando se vive en pecado, la tentación se
diluye con la voluntad de pecar. Por eso, si le preguntamos a alguien que está
alejado de Dios, y vive según su ley (la propia, claro), si se siente tentado,
dirá que se siente atraído, o simplemente hace lo que le da la gana.
Sin embargo, en los procesos de conversión
incipiente, en que la persona se ha encontrado con el Señor de manera que en su vida se produce un antes y
un después, un punto y aparte, esa
persona si vive la tentación de manera explícita, la experimenta con toda su
fuerza, porque hay una verdadera lucha de la voluntad con el hábito que cuesta
tanto vencer, y aquí si tomamos conciencia de que el enemigo está instigando de
manera evidente.
En ocasiones esa tentación es obsesiva,
sobrehumana, sentimos como se nos impone desde fuera; hay una actuación directa
del demonio.
Todos , por tanto, estamos en el punto de
mira de Satanás. Como dice S Pedro: “Sed sobrios, estad alerta, que vuestro
enemigo, el diablo, como león rugiente,
ronda buscando a quien devorar (1 Pe. 5, 8-9).
Pero además Satanás es el padre de la
mentira, el gran embustero y embaucador, y siempre se presenta como ángel de
luz, agazapado. Hoy su poder se extiende a todas las estructuras de pecado que
imperan en la sociedad, hasta el punto de que el hombre ya no ve, está
incapacitado para reconocer la maldad, de tal modo que ha hecho del pecado el
modus vivendi, aceptando como normal, y
por tanto, correcto, lo que es contrario a la ley de Dios.
Así, determinadas ideologías o formas de
pensamiento se expanden y se proponen como el nuevo marco de convivencia, en el
que por supuesto se tacha de intolerante y retrógrado a quien no lo comparta, y
que no tienen fundamento alguno ni en la ley natural, ni en la ciencia misma.
No hablo de comportamientos concretos, sino de la difusión de un pensamiento
contrario a la ley de Dios Creador y la negación de su existencia, con una
fuerza inusitada, que se expande globalmente.
Luego están las acciones extraordinarias:
las más comunes son la obsesión, la infestación; ya menos, la vejación y la más
extraña, pero que se sigue dando la posesión.
Para combatir al enemigo hemos de estar
armados, por tanto con las armas de la fe: vida de oración intensa y sincera,
Sacramentos, especial devoción a la Virgen Santísima (rezo del Rosario), a S.
José, terror de los demonios, S. Miguel; llevar con nosotros objetos benditos:
el Crucifijo, el Santo Rosario, la Medalla Milagrosa; y usar los sacramentales
como el agua bendita. Igualmente renovar con frecuencia nuestras promesas
bautismales, renunciando al pecado y Satanás y orar con devoción al Espíritu
Santo.
Todo en un proceso de conversión sincera,
vivido en humildad, misericordia y compasión hacia el prójimo, porque todos
necesitamos de la Gracia y el auxilio divino para vivir en la libertad de los
hijos de Dios.