jueves, 26 de febrero de 2015

Charla Cuaresmal: Nuestra lucha contra Satanas

La primera Charla Cuaresmal 2015 en la parroquia San Mateo, fue pronunciada por don Fernando Martín Gómez, párroco del Viso de los Pedroches y Santa Eufemia. Este fue el esquema de la charla

NUESTRA LUCHA CONTRA SATANÁS

   Hemos iniciado el tiempo de Cuaresma, y en él se nos ha invitado, con la imposición de la ceniza a convertirnos al Señor de todo corazón. La conversión es algo que todo bautizado debe tomar muy en serio. Es un proceso constante en la vida del discípulo de Cristo; es un verdadero combate contra el pecado y las fuerzas del mal, que están siempre presentes en lo que S. Pablo llama “la carrera de la fe”.

   Es este un tema demasiado olvidado en los ambientes cristianos, en las parroquias, en la catequesis. Queremos hacer amable el mensaje evangélico, atrayente, y para ello, con demasiada frecuencia olvidamos que el seguimiento de Cristo es exigente, pero no en un sentido negativo; y es aquí donde está el problema. Todo lo que suene a exigencia lo tachamos de radical, de excesivo, de fanatismo; y usamos expresiones que descalifican a los que quieren ser fieles y coherentes: los juzgamos de beatos, extravagantes,  cuando no de sectarios o gente tocada.

   Es ya una forma de engaño por parte del enemigo de las almas. Y es de este tema del que quiero que reflexionemos juntos.

   Leamos los versículos 10-12 del cap. 6 de la carta a los Efesios:

   “Por lo demás, confortaos en el Señor y en la fuerza de su poder; vestíos e toda la armadura de Dios  para que podáis resistir a las insidias del diablo, que no es nuestra lucha contra la sangre y la carne, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malos de los aires. Tomad pues la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y, vencido todo, os mantengáis firmes (y siguientes)….”

   Efectivamente: el demonio no es un mito, ni es un género literario, ni una manera de llamar a las fuerzas malignas que operan en el ser humano. El demonio existe. Y en todos los relatos evangélicos se hace clara diferencia entre enfermedades y posesiones. Expresamente en el NT se menciona a los espíritus malignos 56 veces, a los ángeles malos 11 veces, a los demonios 62 veces, a endemoniados y posesos 20 veces, al adversario, 4 veces, a Belcebú 7 veces, a la Bestia 37 veces, al diablo o diabólico 34 veces, al Dragón 13 veces, al enemigo 19 veces, al homicida 1 vez, al padre de la mentira 1 vez, al príncipe de los demonios o de este mundo 10 veces, a la serpiente o tentador, 14 veces, al Maligno 12 veces, a Satanás 36 veces.

   Demasiadas para referirse a un género literario, nos les parece? Precisamente la gran mentira y la artimaña del demonio es hacer creer que no existe.
   Así que, por una lado, está el pecado del hombre: “Del corazón del hombre salen todos los pecados”, nos dice Jesús; pero además de pedir en el Padre Nuestro que no nos deje caer en la tentación, que siempre estará presente, pedimos ser liberados del mal. Mt, expresamente dice “líbranos del Maligno”, auque las traducciones no siempre son fieles

   Porque la tentación la vencemos con la gracia de Dios. El Maligno, sin embargo, ha de ser expulsado por el dedo de Dios (Lc. 11, 20).

   Cuando hablamos de estos temas nos puede parecer estar hablando de películas de terror, de historias fantásticas, de cuentos para entretener. Pero so pena de deformar la palabra evangélica, más aún, de inventarla y hacerla decir lo que no dice, tenemos que testimoniar que el diablo existe. Leamos el discurso de Jesús en Mt. 12, 22-28:

   “…pues los fariseos, que esto oyeron, dijeron: Este no echa los demonios sino por el poder de Beelzebul, príncipe de los demonios. Penetrando Él sus pensamientos les dijo:Todo reino en sí dividido será desolado, y toda casa en sí dividida, no subsistirá. Si Satanás arroja a Satanás, está dividido contra sí [...] Más si yo arrojo a los demonios con el dedo de Dios, entonces es que ha llegado a vosotros el reino de Dios”

   Veamos la diferencia con unos versículos anteriores (9-16); se produce la curación de un hombre con la mano seca, en la que no se increpa a ningún espíritu inmundo, según el uso evangélico del término.
    Hay una clara diferencia entre curación y expulsión de demonio o exorcismos.

   Amén de los continuos testimonios de la Santísima Virgen María en apariciones aprobadas por la Iglesia como Fátima, Akita y tantas otras. Las apariciones de Medjugorje no están aprobadas (Ni condenadas; hay una comisión de investigación sobre el tema), pero en los hipotéticos mensajes, la Virgen Santísima habla muchas veces de la acción de Satanás. Son ganas de echarse a la gente encima. Me refiero a que si queremos ser creídos por los demás, evitaremos temas espinosos; pero no: en Medjugorje también se habla de Satanás.

   Oigamos a Santa Faustina Kovalska: “Yo, Sor Faustina, por orden de Dios estuve en los abismos  del infierno para hablar a las almas y dar testimonio de que el infierno existe”. El P. Pío, Sta Catalina de Siena, S. Felipe Neri, y una larga lista de santos han sido atacados por el demonio especialmente. O están todos locos o dicen la verdad.

   Pero ¿por qué hablar del demonio? ¿No es mejor, más pedagógico y atractivo hablar de cosas bonitas?  ¿Es necesario hablar de esto? Cuando la Palabra de Dios, y todos los testimonios que acabamos de citar no lo obvian, es porque es absolutamente urgente y necesario hablar del tema: “la verdad os hará libres”. Y porque una neumonía no se cura con paracetamol, ni el cáncer con antibiótico. Cada dolencia tiene su tratamiento. Y a Satanás hay que enfrentarlo con las armas de la fe y los auxilios que el cielo ha dispuesto.

   Además, está el testimonio de los exorcistas;  ellos saben muy bien por la larga experiencia que tienen cómo Satanás arruina hogares, familias y personas.
  
   ¿Quién es Satanás y quienes componen su ejército?

   Satanás, el Adversario, es un ser angélico, es decir, criatura de Dios, ser espiritual, con libertad y voluntad. Los demonios, son espíritu puro, y mantienen intacta su naturaleza angélica. Pero en vez de someterse a la voluntad de Dios y vivir en comunión de amor con Él, decidieron rebelarse, no someterse, considerando la obediencia a Dios como una pérdida de libertad y autonomía. Es la consideración de este sometimiento como algo negativo lo que les lleva a la rebelión. Pero en el mundo angélico, no sometido al tiempo, una decisión tiene carácter definitivo, puesto que tienen una inteligencia superior al hombre y lo decidido impregna ya toda la existencia de forma irrevocable. Una vez rebelados ya no hay posibilidad de arrepentimiento; no es que Dios no pueda perdonar; es que ellos se niegan a aceptar la misericordia. Se trata de una negación eterna.
   ¿Por qué atormentan a los hombres? Por odio y por envidia. Es muy simple: el odio, como el amor, tiene a propagarse para que afecte a todos, es decir, busca instalarse no solo en el propio corazón, sino allí donde se le deja un hueco, busca dominarlo todo.

   La manera ordinaria en que actúa contra el hombre es tentándolo. La tentación fue sufrida por el mismo Jesús, y no sólo en el desierto, como leíamos el domingo pasado, sino durante toda su vida. Con la gran diferencia de que el no tenía inclinación al pecado (nosotros sí), pero la tentación le mordió realmente por la acción del enemigo.

   Cuando se vive en pecado, la tentación se diluye con la voluntad de pecar. Por eso, si le preguntamos a alguien que está alejado de Dios, y vive según su ley (la propia, claro), si se siente tentado, dirá que se siente atraído, o simplemente hace lo que le da la gana.

   Sin embargo, en los procesos de conversión incipiente, en que la persona se ha encontrado con el Señor de  manera que en su vida se produce un antes y un después, un punto  y aparte, esa persona si vive la tentación de manera explícita, la experimenta con toda su fuerza, porque hay una verdadera lucha de la voluntad con el hábito que cuesta tanto vencer, y aquí si tomamos conciencia de que el enemigo está instigando de manera evidente.

  En ocasiones esa tentación es obsesiva, sobrehumana, sentimos como se nos impone desde fuera; hay una actuación directa del demonio.

   Todos , por tanto, estamos en el punto de mira de Satanás. Como dice S Pedro: “Sed sobrios, estad alerta, que vuestro enemigo, el diablo, como león  rugiente, ronda buscando a quien devorar (1 Pe. 5, 8-9).
   Pero además Satanás es el padre de la mentira, el gran embustero y embaucador, y siempre se presenta como ángel de luz, agazapado. Hoy su poder se extiende a todas las estructuras de pecado que imperan en la sociedad, hasta el punto de que el hombre ya no ve, está incapacitado para reconocer la maldad, de tal modo que ha hecho del pecado el modus vivendi, aceptando como normal, y  por tanto, correcto, lo que es contrario a la ley de Dios.

   Así,  determinadas ideologías o formas de pensamiento se expanden y se proponen como el nuevo marco de convivencia, en el que por supuesto se tacha de intolerante y retrógrado a quien no lo comparta, y que no tienen fundamento alguno ni en la ley natural, ni en la ciencia misma. No hablo de comportamientos concretos, sino de la difusión de un pensamiento contrario a la ley de Dios Creador y la negación de su existencia, con una fuerza inusitada, que se expande globalmente.
  
   Luego están las acciones extraordinarias: las más comunes son la obsesión, la infestación; ya menos, la vejación y la más extraña, pero que se sigue dando la posesión.

   Para combatir al enemigo hemos de estar armados, por tanto con las armas de la fe: vida de oración intensa y sincera, Sacramentos, especial devoción a la Virgen Santísima (rezo del Rosario), a S. José, terror de los demonios, S. Miguel; llevar con nosotros objetos benditos: el Crucifijo, el Santo Rosario, la Medalla Milagrosa; y usar los sacramentales como el agua bendita. Igualmente renovar con frecuencia nuestras promesas bautismales, renunciando al pecado y Satanás y orar con devoción al Espíritu Santo.

   Todo en un proceso de conversión sincera, vivido en humildad, misericordia y compasión hacia el prójimo, porque todos necesitamos de la Gracia y el auxilio divino para vivir en la libertad de los hijos de Dios.     

No hay comentarios:

Publicar un comentario