Celebración del IV domingo de Cuaresma en la parroquia San Mateo Apóstol de Villanueva del Duque. Domingo Laetare
Concelebra la Santa Misa, el Padre Jaime, del movimiento
de Schoenstatt, de visita en Villanueva del Duque, con tres jóvenes de su
movimiento; con el fin de preparar la venida de 30 jóvenes Pioneros (de 13 a 18
años) el fin de semana del domingo de Ramos, para compartir con nosotros el
inicio de la Semana Santa y desarrollar diversas actividades.
Domingo Laetare
La Cuaresma es un tiempo
penitencial, de oración, ayuno y limosna, donde el color litúrgico es el morado.
Entretanto, tenemos, en el transcurso de este tiempo, un momento de júbilo,
donde el color litúrgico pasa del púrpura al rosa. Es el llamado “Domingo Laetare”,
o “Domingo de la Alegría”.
El IV Domingo de la Cuaresma
recibe estos nombres porque así comienza, en este día, la Antífona de Entrada
de la Eucaristía: “Laetare, Ierusalem, et conventum facite omnes qui diligites
eam; gaudete cum laetitia, qui in tristitia fuistis; ut exsultetis, et
satiemini ab uberibus consolationis vestrae” (“¡Alégrate Jerusalén! ¡Reuníos,
vosotros todos que la amáis; vosotros que estáis tristes, exultad de alegría!
Saciaos con la abundancia de sus consolaciones”), conforme Isaías 66, 10-11.
El color litúrgico pasa del
púrpura al rosa para representar la alegría por la proximidad de la Pascua.
Este domingo ya fue llamado
también de “Domingo de las Rosas”, pues, en la antigüedad, los cristianos
acostumbraban obsequiarse rosas. Y es aquí que surge la “Rosa de Oro”.
En el siglo X surgió, entonces,
la tradición de la “Bendición de la Rosa”, ocasión en que el Santo Padre, en el
IV Domingo de la Cuaresma, iba del Palacio de Letrán a la Basílica Estacional
de Santa Cruz de Jerusalén, llevando en la mano izquierda una rosa de oro que
significaba la alegría por la proximidad de la Pascua. Con la mano derecha, el
Papa bendecía a la multitud. Regresando procesionalmente a caballo, el Papa
veía su montura conducida por el prefecto de Roma. Al llegar, obsequiaba al
prefecto la rosa, en reconocimiento por sus actos de respeto y homenaje.
De ahí, entonces, tuvo inicio la
costumbre de ofrecer la “Rosa de Oro”, para personalidades y autoridades que
mantenían una buena relación con la Santa Sede, como príncipes, emperadores,
reyes…
En los tiempos modernos los papas
acostumbran remitir este símbolo de afecto personal a santuarios de destaque.
Por ejemplo, el Santuario de Nuestra Señora de Fátima, Portugal, recibió una
Rosa de Oro de Pablo VI, en 1965, y la Basílica de Nuestra Señora Aparecida,
Brasil, recibió una de Pablo VI, en 1967 y otra de Benedicto XVI, en 2007.
Bendición, del nuevo Ambón de la Parroquia
EN EL
AMBÓN, “CRISTO, POR SU
PALABRA, SE HACE
PRESENTE EN MEDIO
DE LOS FIELES” (IGMR,55)
Es el ambón, el lugar en dónde los fieles, reunidos en asamblea, dirigen
sus miradas, su corazón y su entendimiento, para hacer suya la Palabra de Dios,
que desde éste lugar se proclama. Es el mismo Cristo, el que cómo hizo en su
tiempo terrenal, nos anuncia la Buena Nueva
Bendición con aspersión de agua bendita del río Jordán sobre el nuevo Ambón
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