domingo, 29 de septiembre de 2013

Los gestos de humildad en la liturgia (II)

“En la dinámica de esta relación con quien da sentido a la existencia, con Dios, la oración tiene una de sus típicas expresiones en el gesto de ponerse de rodillas. Es un gesto que entraña una radical ambivalencia: de hecho, puedo ser obligado a ponerme de rodillas —condición de indigencia y de esclavitud—, pero también puedo arrodillarme espontáneamente, confesando mi límite y, por tanto, mi necesidad de Otro. A él le confieso que soy débil, necesitado, «pecador». En la experiencia de la oración la criatura humana expresa toda la conciencia de sí misma, todo lo que logra captar de su existencia y, a la vez, se dirige toda ella al Ser frente al cual está; orienta su alma a aquel Misterio del que espera la realización de sus deseos más profundos y la ayuda para superar la indigencia de su propia vida. En este mirar a Otro, en este dirigirse «más allá» está la esencia de la oración, como experiencia de una realidad que supera lo sensible y lo contingente”.

                                        (Benedicto XVI - Catequesis sobre la oración)

29 de Septiembre: San Miguel, San Gabriel y San Rafael Arcángeles

(San Miguel y San Rafael custodiando al titular San Mateo en el retablo de la parroquia)

SAN   MIGUEL,   SAN   GABRIEL   Y   SAN   RAFAEL
ARCÁNGELES

            La palabra Arcángel proviene de dos palabras: arc = el principal, y ángel. O sea “principal entre los ángeles.

            Se celebran juntamente a los tres arcángeles, de quienes la Sagrada Escritura revela misiones singulares y que, sirviendo a Dios día y noche, contemplan su rostro, y le glorifican sin cesar.

SAN   MIGUEL

            Este nombre significa: “¿Quién como Dios? O: “Nadie es como Dios”. A San Miguel lo nombra tres veces la Biblia. Primero en el capítulo 12 del libro de Daniel en donde se dice: “Al final de los tiempos aparecerá Miguel, al gran Príncipe que defiende a los hijos del pueblo de Dios. Y entonces los muertos resucitarán. Los que hicieron el bien, para la Vida Eterna, y los que hicieron el mal, para el horror eterno”.

            En el capítulo 12 del Libro del Apocalipsis se cuenta lo siguiente: “Hubo una gran batalla en el cielo. Miguel y sus ángeles combatieron contra Satanás y los suyos, que fueron derrotados, y no hubo lugar para ellos en el cielo, y fue arrojada la Serpiente antigua, el diablo, el seductor del mundo. Ay de la tierra y del mar, porque el diablo ha bajado a vosotros con gran furor, sabiendo que le queda poco tiempo”.

            En la Carta de San Judas Tadeo se dice: “El Arcángel San Miguel cuando se le enfrentó al diablo le dijo: ‘Que te castigue el Señor’”. Por eso a San Miguel lo representan atacando a la serpiente infernal.

            La Iglesia Católica ha tenido siempre una gran devoción al Arcángel San Miguel, especialmente para pedirle que nos libre de los ataques del demonio y de los espíritus infernales. Y él cuando lo invocamos llega a defendernos, con el gran poder que Dios le ha concedido. Se dice que es el jefe de los ejércitos celestiales. También es patrono de la Iglesia universal.

ORACIÓN   A   SAN   MIGUEL:

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla.
Ayúdanos a luchar contra el mal.
Que Dios oiga tu voz y tú, como jefe del ejército del Cielo,
combate y vence a Satanás
y a todos los espíritus malos que andan por el mundo
deseando la ruina de las almas.
Amén.

(Los arcángeles San Miguel y San Rafael en nuestro retablo)

SAN   GABRIEL

            Su nombre significa: “Dios es mi protector”. A este Arcángel se le nombra varias veces en las sagradas escrituras. Él fue el que le anunció al profeta Daniel el tiempo en el que iba a llegar el Redentor. Dice así el profeta: “Se me apareció Gabriel de parte de Dios y me dijo: dentro de setenta semanas de años -o sea 490 años- aparecerá el Santo de los Santos” (Dan. 9).

            Al Arcángel San Gabriel se le confió la misión más alta que jamás se le haya confiado a criatura alguna: anunciar la encarnación del Hijo de Dios. Por eso se le venera mucho desde la antigüedad.

            Su carta de presentación cuando se le apareció a Zacarías para anunciarle que iba a tener por hijo a Juan Bautista fue esta: “Yo soy Gabriel, el que está en la presencia de Dios” (Lc. 1, 19).

            San Lucas dice: “Fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, a una virgen llamada María, y llegando junto a ella, le dijo: ‘Salve María, llena de gracia, el Señor está contigo’. Ella se turbó al oír aquel saludo, pero el ángel le dijo: ‘No temas María, porque has hallado gracia delante de Dios. Vas a concebir un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será Hijo del Altísimo y su Reino no tendrá fin’”.

            San Gabriel es el patrono de las comunicaciones y de los comunicadores, porque trajo al mundo la más bella noticia: que el Hijo de Dios se hacía hombre.
SAN   RAFAEL

            Su nombre significa: “Medicina de Dios”. Fue el arcángel enviado por Dios para quitarle la ceguera a Tobías y acompañar al hijo de éste en un larguísimo y peligroso viaje y conseguirle una santa esposa.
            San Rafael es muy invocado para alejar enfermedades y lograr terminar felizmente los viajes.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Peregrinación a Montilla con motivo del Año Santo Avilista

Nuestra parroquia de San Mateo de Villanueva del Duque peregrinó el domingo 22 de Septiembre, hasta Montilla, con motivo del Año Santo Avilista, y con la intención de ganar la indulgencia plenaria añeja a esta peregrinación.

Durante el viaje en autobús tuvimos una catequesis sobre el sentido de las Indulgencias y sus fundamentos, impartida por don Ignacio, se rezó el Santo Rosario meditado, y se cantaron diversas canciones marianas.

A la llegada a Montilla y tras la visita de la ruta avilista por Montilla, celebramos la Santa Misa en la Basílica, tuvimos oportunidad de acercarnos al sacramento de la confesión y comimos en fraternal hermandad con todo el archiprestazgo de Hinojosa del Duque. Un gran día para todos nosotros.

¿Qué son las indulgencias?
            La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos.

Grupo de peregrinos de las parroquias de San Mateo de Villanueva del Duque, de San Pedro de Villaralto y de Santa Catalina de Alejandría de Fuente la Lancha, con su común párroco don Ignacio Mora Vilaltella

Convento de Santa Clara

Capilla en la casa de  San Juan de Ávila 

Don Ignacio en la Capilla privada de San Juan de Ávila

Una de las estancias de la casa del Santo

Algunos de nuestros peregrinos en la Santa Misa de la Basílica

Don Ignacio concelebró la Santa Misa

El sepulcro con las reliquias del santo en el centro del retablo,tras el altar

La comida de hermandad con más de 400 comensales, unió a  peregrinos de Hinojosa del Duque, Belalcazar, el Viso, Santa Eufemia, Fuente la Lancha, Villaralto y Villanueva del Duque, en fraternal convivencia.

San Mateo Apóstol 2013, en nuestra parroquia

SAN  MATEO,  APÓSTOL  Y  EVANGELISTA

(Queridos hermanos y hermanas)

                Continuando con la serie de retratos de los doce Apóstoles, que comenzamos hace algunas semanas, hoy reflexionamos sobre san Mateo. A decir verdad, es casi imposible delinear completamente su figura, pues las noticias que tenemos sobre él son pocas e incompletas. Más que esbozar su biografía, lo que podemos hacer es trazar el perfil que nos ofrece el Evangelio.

            Mateo está siempre presente en las listas de los Doce elegidos por Jesús (cf. Mt 10, 3; Mc 3, 18; Lc 6, 15; Hch 1, 13). En hebreo, su nombre significa "don de Dios". El primer Evangelio canónico, que lleva su nombre, nos lo presenta en la lista de los Doce con un apelativo muy preciso:  "el publicano" (Mt 10, 3). De este modo se identifica con el hombre sentado en el despacho de impuestos, a quien Jesús llama a su seguimiento:  "Cuando se iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo:  "Sígueme". Él se levantó y le siguió" (Mt 9, 9). También san Marcos (cf. Mc 2, 13-17) y san Lucas (cf. Lc 5, 27-30) narran la llamada del hombre sentado en el despacho de impuestos, pero lo llaman "Leví". Para imaginar la escena descrita en Mateo 9, 9 basta recordar el magnífico lienzo de Caravaggio, que se conserva aquí, en Roma, en la iglesia de San Luis de los Franceses.

(La Misa celebrada por el párroco, don Ignacio, y concelebrada por don Francisco Vigara)

            Los Evangelios nos brindan otro detalle biográfico:  en el pasaje que precede a la narración de la llamada se refiere un milagro realizado por Jesús en Cafarnaúm (cf. Mt 9, 1-8; Mc 2, 1-12), y se alude a la cercanía del Mar de Galilea, es decir, el Lago de Tiberíades (cf. Mc 2, 13-14). De ahí se puede deducir que Mateo desempeñaba la función de recaudador en Cafarnaúm, situada precisamente "junto al mar" (Mt 4, 13), donde Jesús era huésped fijo en la casa de Pedro.


            Basándonos en estas sencillas constataciones que encontramos en el Evangelio, podemos hacer un par de reflexiones. La primera es que Jesús acoge en el grupo de sus íntimos a un hombre que, según la concepción de Israel en aquel tiempo, era considerado un pecador público. En efecto, Mateo no sólo manejaba dinero considerado impuro por provenir de gente ajena al pueblo de Dios, sino que además colaboraba con una autoridad extranjera, odiosamente ávida, cuyos tributos podían ser establecidos arbitrariamente. Por estos motivos, todos los Evangelios hablan en más de una ocasión de "publicanos y pecadores" (Mt 9, 10; Lc 15, 1), de "publicanos y prostitutas" (Mt 21, 31). Además, ven en los publicanos un ejemplo de avaricia (cf. Mt 5, 46):  sólo aman a los que les aman y mencionan a uno de ellos, Zaqueo, como "jefe de publicanos, y rico" (Lc 19, 2), mientras que la opinión popular los tenía por "hombres ladrones, injustos, adúlteros" (Lc 18, 11).

(Procesión con la imagen del Santo por las calles de Villanueva del Duque)

            Ante estas referencias, salta a la vista un dato:  Jesús no excluye a nadie de su amistad. Es más, precisamente mientras se encuentra sentado a la mesa en la casa de Mateo-Leví, respondiendo a los que se escandalizaban porque frecuentaba compañías poco recomendables, pronuncia la importante declaración:  "No necesitan médico los sanos sino los enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores" (Mc 2, 17).


            La buena nueva del Evangelio consiste precisamente en que Dios ofrece su gracia al pecador. En otro pasaje, con la famosa parábola del fariseo y el publicano que subieron al templo a orar, Jesús llega a poner a un publicano anónimo como ejemplo de humilde confianza en la misericordia divina:  mientras el fariseo hacía alarde de su perfección moral, "el publicano (...) no se atrevía ni a elevar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo:  "¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!"". Y Jesús comenta:  "Os digo que este bajó a su casa justificado y aquel no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado" (Lc 18, 13-14). Por tanto, con la figura de Mateo, los Evangelios nos presentan una auténtica paradoja:  quien se encuentra aparentemente más lejos de la santidad puede convertirse incluso en un modelo de acogida de la misericordia de Dios, permitiéndole mostrar sus maravillosos efectos en su existencia.

(La Iglesia se volvió a llenar de fieles, como demostración de la Fe de un pueblo)

            A este respecto, san Juan Crisóstomo hace un comentario significativo:  observa que sólo en la narración de algunas llamadas se menciona el trabajo que estaban realizando esas personas. Pedro, Andrés, Santiago y Juan fueron llamados mientras estaban pescando; y Mateo precisamente mientras recaudaba impuestos. Se trata de oficios de poca importancia —comenta el Crisóstomo—, "pues no hay nada más detestable que el recaudador y nada más común que la pesca" (In Matth. Hom.:  PL 57, 363). Así pues, la llamada de Jesús llega también a personas de bajo nivel social, mientras realizan su trabajo ordinario.


            Hay otra reflexión que surge de la narración evangélica:  Mateo responde inmediatamente a la llamada de Jesús:  "Él se levantó y lo siguió". La concisión de la frase subraya claramente la prontitud de Mateo en la respuesta a la llamada. Esto implicaba para él abandonarlo todo, en especial una fuente de ingresos segura, aunque a menudo injusta y deshonrosa. Evidentemente Mateo comprendió que la familiaridad con Jesús no le permitía seguir realizando actividades desaprobadas por Dios.

            Se puede intuir fácilmente su aplicación también al presente:  tampoco hoy se puede admitir el apego a lo que es incompatible con el seguimiento de Jesús, como son las riquezas deshonestas. En cierta ocasión dijo tajantemente:  "Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme" (Mt 19, 21). Esto es precisamente lo que hizo Mateo:  se levantó y lo siguió. En este "levantarse" se puede ver el desapego de una situación de pecado y, al mismo tiempo, la adhesión consciente a una existencia nueva, recta, en comunión con Jesús.


            Recordemos, por último, que la tradición de la Iglesia antigua concuerda en atribuir a san Mateo la paternidad del primer Evangelio. Esto sucedió ya a partir de Papías, obispo de Gerápolis, en Frigia, alrededor del año 130. Escribe Papías:  "Mateo recogió las palabras (del Señor) en hebreo, y cada quien las interpretó como pudo" (en Eusebio de Cesarea, Hist. eccl. III, 39, 16). El historiador Eusebio añade este dato:  "Mateo, que antes había predicado a los judíos, cuando decidió ir también a otros pueblos, escribió en su lengua materna el Evangelio que anunciaba; de este modo trató de sustituir con un texto escrito lo que perdían con su partida aquellos de los que se separaba" (ib., III, 24, 6).

(Talla románica del siglo XIII de San Mateo, propiedad de nuestra parroquia)

            Ya no tenemos el Evangelio escrito por san Mateo en hebreo o arameo, pero en el Evangelio griego que nos ha llegado seguimos escuchando todavía, en cierto sentido, la voz persuasiva del publicano Mateo que, al convertirse en Apóstol, sigue anunciándonos la misericordia salvadora de Dios. Escuchemos este mensaje de san Mateo, meditémoslo siempre de nuevo, para aprender también nosotros a levantarnos y a seguir a Jesús con decisión.

BENEDICTO XVI.  Audiencia  General.  Miércoles 30 de agosto de 2006

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Los gestos de humildad en la liturgia

En nuestra celebración litúrgica hay gestos que quieren expresar la actitud interior de humildad. Nuestra postura ante Dios, sin perder el tono de alegría y confianza filial que tenemos como cristianos, no puede ser otra que la de adoración y humildad. Y en algunos momentos lo expresamos así claramente.

Los golpes de pecho.
Uno de los gestos penitenciales más clásicos es el de darse golpes de pecho.  Así describe Jesús al publicano en Lucas 18,9-14. El fariseo oraba de pie: "No soy como los demás…". En cambio el publicano no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo; sino que se golpeaba el pecho diciendo: “Oh Dios, ten compasión de mí, que soy un pecador". Y esa es también la actitud de la muchedumbre ante el gran acontecimiento de la muerte de Cristo: "Y todos los que habían acudido a aquel espectáculo, al ver lo que pasaba, se volvieron golpeándose el pecho..." (Lucas 23,48).

Es uno de los gestos más populares, al menos en cuanto a expresividad. Todos recordamos la imagen de San Jerónimo golpeándose el pecho con una piedra. En el Pórtico de la Gloria, de Santiago de Compostela, el arquitecto-escultor, Maestro Mateo, artífice de la maravillosa obra, se representó a sí mismo al pie de la columna central, al fondo de la iglesia, de rodillas y dándose golpes de pecho.
Cuando para el acto penitencial, al inicio de nuestra Eucaristía, elegimos la fórmula del "Yo confieso", utilizamos también nosotros el mismo gesto cuando pronunciamos las palabras "por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa".

El significado de este movimiento no necesita grandes explicaciones. Golpearse el pecho es reconocer la propia culpa, es apuntar a sí mismo, al mundo interior, que es donde sucede el mal. Y sacudiendo el propio pecho manifestamos que queremos cambiar y convertirnos.

Es un recordatorio pedagógico de nuestra situación de pecadores y, a la vez, la expresión del dolor que sentimos y del compromiso de nuestra lucha contra el mal. Y por tanto, tiene un lugar privilegiado en el Sacramento de la Reconciliación.

Las inclinaciones.
Inclinar la cabeza o medio cuerpo es un gesto muy común para indicar respeto y reconocimiento de la superioridad de otro. Se usa en la liturgia y en la vida social. En nuestras celebraciones lo hacemos en diversos momentos. Inclinamos la cabeza, a modo de reverencia, ante una imagen sagrada, o ante el obispo, o al nombrar a las tres Personas de la Trinidad (por ejemplo en el "Gloria al Padre"). Hace inclinación profunda—desde la cintura—el sacerdote que se acerca al altar al principio y al final de la celebración; el diácono que va a proclamar el evangelio, mientras dice en secreto la oración preparatoria; el sacerdote en la oración que recita, también en secreto, antes del lavabo; los concelebrantes, después de la elevación del Pan y del Vino, mientras el presidente hace la genuflexión, etc. Una inclinación así, sencilla o profunda, es un gesto claramente expresivo del humilde respeto que sentimos en el momento en que pronunciamos una oración de humildad ante Dios.

La genuflexión.
Esta misma actitud de respeto, pero subrayando más todavía el aspecto de humildad y adoración, es lo que quiere expresar la genuflexión.Es un gesto heredado de la cultura romana, como signo de respeto ante las personas constituidas en autoridad. Y desde el siglo XII se ha convertido en el más popular símbolo de nuestra adoración al Señor presente en la Eucaristía. Es una muestra de la fe y del reconocimiento de la Presencia Real. Es todo un discurso corporal ante el sagrario: Cristo es el Señor y ha querido hacerse presente en este sacramento admirable y por eso doblamos la rodilla ante Él.

Actualmente el sacerdote que preside la Eucaristía hace tres genuflexiones: después de la consagración del Pan, después de la del Vino, y antes de comulgar.

El gesto se ha convertido en uno de los más clásicos para expresar la adoración y el reconocimiento de la grandeza de Cristo, o también la actitud de humildad y penitencia.

Orar de rodillas.
Orar de rodillas es un gesto todavía más elocuente que la genuflexión o la inclinación de cabeza que puede tener varias connotaciones. A veces es un gesto de penitencia, de reconocimiento del propio pecado; otras, de adoración, sumisión y dependencia; o bien, sencillamente, de oración concentrada e intensa.

Es la postura que encontramos tantas veces en la Biblia, cuando una persona o un grupo quieren hacer oración o expresan su súplica: "Pedro se puso de rodillas y oró", antes de resucitar a la mujer en Joppe (Hechos 9,40); “Pablo se puso de rodillas y oró con todos ellos", al despedirse de sus discípulos en Mileto (Hechos 20,26). Como también fue la actitud de Cristo cuando, en su agonía del Huerto, "se apartó y puesto de rodillas oraba: Padre si quieres..." (Lucas 22,41).

En los primeros siglos no parece que fuera usual entre los cristianos el orar de rodillas. Más aún, el Concilio de Nicea lo prohibió explícitamente para los domingos y para todo el Tiempo Pascual. Más bien se reservó para los días penitenciales. Una costumbre que llegó hasta nuestros días en las Témporas, cuando se nos invitaba a ponernos de rodillas para la oración: "flectamus genua"...

Más tarde, a partir de los siglos XIII-XIV, la postura de rodillas se convirtió en la más usual para la oración, también dentro de la Eucaristía, subrayando el carácter de adoración.

Actualmente durante la Misa sólo se indica este gesto durante el momento de la Consagración, aunque normalmente se hace ya desde la invocación del Espíritu o Epíclesis, expresando así la actitud de veneración en este momento central del misterio eucarístico. Se ha reducido, por tanto, esta postura en relación a lo que todos hemos conocido, cuando prácticamente estábamos de rodillas durante toda la Plegaria Eucarística así como durante la comunión o al recibir la bendición

Sigue siendo, con todo, la actitud más indicada para la oración personal, sobre todo cuando se hace delante del Santísimo. También es el modo más coherente para expresar; en la celebración penitencial, la actitud interior de conversión y dolor. Por ejemplo, en las celebraciones comunitarias de la Reconciliación, se recomienda en el Ritual que el "yo confieso" o la fórmula que se elija para expresar el arrepentimiento personal, se diga de rodillas o con una inclinación profunda (OP 27.35.79), manifestando así quiénes quieren recibir la absolución del sacerdote. En la celebración individual, aunque la acusación se haya hecho sentados, para el acto de la absolución se indica que el ministro se ponga en pie, mientras que el penitente expresa su actitud penitencial de rodillas (OP 63). Así el  "ponerse en pie" y el caminar es todo un símbolo para un cristiano que se siente gozosamente reconciliado con Dios y con la Iglesia.

Tampoco hace falta mucho esfuerzo para captar todo el sentido de  esta postura. El que ora de rodillas reconoce la grandeza de Dios y su propia debilidad. Se hace pequeño ante el Todo Santo: ¿no es ésta la actitud fundamental de la fe cristiana? Ciertamente el que se arrodilla ante Dios, con humildad, no se siente avergonzado ni humillado, ni tiene conciencia de esclavo. Es un hijo, es libre, por la misericordia de  Dios: pero nunca olvida su condición débil y su dependencia total de Dios. "No deberíamos perder la experiencia que supone ponernos de rodillas delante de Dios: mostrar visiblemente nuestra humildad, nuestro anonadamiento y adoración ante su Misterio. Orar en nuestra habitación o ante el sagrario de rodillas nos ayuda pedagógicamente a nosotros mismos a situarnos en la actitud humilde y confiada que nos corresponde delante de Dios" ("Claves para la oración", Dossier CPL n. 12, p. 85).

Alguien ha dicho que nunca es más grande el hombre que cuando está arrodillado. Y es útil que también nuestro cuerpo, con su actitud, exprese las actitudes interiores de humildad, penitencia o adoración.

Postración.
Postrarse en tierra es el signo de reverencia, humildad o penitencia en su máxima expresión. Es la imagen gráfica del respeto y de la humildad: como Abraham que "cayó rostro en tierra y Dios le habló" (Génesis 17,3), como los hermanos de José que "se le inclinaron rostro en tierra" para mostrarle su respeto y pedirle perdón (Génesis 42,ó; 43,26.28; 44,14); como Moisés "que cayó en tierra de rodillas y se postró" ante el Dios de la Alianza (Éxodo 34,8); como hacían los enfermos que pedían a Cristo su curación (Mateo 8,2; 9,18) o los que le querían mostrar sus sentimientos de adoración (Mateo 14,33; 28,9).
En nuestra celebración litúrgica hay dos momentos en que todavía se indica esta postura de la postración total. El Viernes Santo, el sacerdote presidente "puede" dar inicio a la celebración con unos momentos de oración de rodillas; pero sigue siendo mucho más expresiva la postración total en el suelo. Es un retrato vivo de un hombre que se concentra en la oración, con humildad y con intensa fe ante el Misterio que va a celebrar. En las ordenaciones, durante las letanías de los Santos que reza toda la comunidad, los candidatos al sacramento se postran también en tierra, mostrando su total disponibilidad y preparándose para recibir la gracia del Espíritu.

Normalmente nuestra adoración ante Dios o la actitud de oración la expresamos de otras maneras más suaves, sin llegar a la postración: un canto de alabanza, una genuflexión, una inclinación. Pero no tendríamos que dejar desaparecer este signo tan elocuente de nuestra actitud de anonadamiento ante Dios.

El gesto y la actitud interior.
Donde tenemos que arrodillarnos, en señal de humildad, de adoración o de arrepentimiento, es en nuestro interior. Ahí es donde tenemos que reconocer ante Dios nuestra debilidad y nuestro pecado. El orgulloso no inclina la cabeza, no se arrodilla: está en pie, tieso, autosuficiente. Es nuestro ser íntimo el que debe mostrar el respeto a Dios, y hacerse pequeño ante El, reconociéndole superior. Pero el lenguaje de nuestro cuerpo nos ayuda a expresar esa fe interior. El gesto exterior es la realización global—alma y cuerpo—de nuestros sentimientos: los expresa y los alimenta continuamente. Orar de rodillas, hacer la genuflexión ante Cristo, postrarnos ante El, darnos golpes de pecho, inclinar nuestra cabeza: todo eso nos recuerda continuamente nuestra condición, da fuerza a las palabras, ayuda a nuestra fe. Las actitudes del cuerpo no son lo más importante: pero, en sintonía con la postura interior, tampoco son indiferentes a la hora de expresar nuestra relación con Dios, el Todo-Otro, el Santo, el que nos invita a participar en su Misterio.

No deberíamos descuidar este lenguaje corporal, ni estilizarlo hasta tal punto que ya no exprese nada. En los momentos en que, por ejemplo, se nos invita a hacer una genuflexión o una inclinación profunda, o bien cuando en otras celebraciones queremos manifestar nuestras actitudes penitenciales o de oración recogida e intensa, no tendríamos que tener miedo a hacer con claridad estos gestos. Es todo nuestro ser, y no sólo nuestra mente o nuestro corazón, el que entra en esa relación misteriosa de fe con el Misterio de Cristo que celebramos en nuestra liturgia.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Finaliza el Triduo al Santísimo Cristo de la Piedad

En esta tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero al verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.

¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyas están llenas de heridas?

¿Cómo explicarte a ti mi soledad,
cuando en la cruz alzado y sólo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes rasgado el corazón?

Ahora ya no me acuerdo de nada,
huyeron de mí todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía
se me ahoga en la boca pedigüeña.

Y sólo pido no pedirte nada,
estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor es sólo
la llave santa de tu santa puerta. Amén.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Triduo al Santísimo Cristo de la Piedad

E L    S A N T Í S I M O    C R I S T O    D E    L A    P I E D A D

            La devoción inmemorial que el pueblo de Villanueva del Duque profesa al Santísimo Cristo de la Piedad, se pierde en el tiempo, pues es la advocación cristológica por excelencia de los villaduqueños.

            Es en la Ermita de la Patrona, la Santísima Virgen de Guía, en donde se levanta su capilla, adosada a la Mayor y separada por una reja de la nave conocida como del Cristo. Su importancia y antigüedad, nos la revela la cartela de la nave que en el año 1660, detalla quienes la costearon e hicieron.   

            La advocación del Cristo de la Piedad, uno de los Siete Dones del Espíritu Santo, ha estado siempre vinculada a la vida religiosa y espiritual de la Villa desde los inicios de su fundación, pues es la única Imagen devocional que de finales del Siglo XVI, ha perdurado con culto desde el momento de su bendición, siendo pues la más antigua de todas las existentes.

            En la Guerra Civil, la sagrada imagen del Cristo de la Piedad, fue destrozada y profanada, conservándose tan solo su Cabeza, y el dedo meñique de la mano derecha, así como fragmentos de algunos otros.

            En 1950, se adquiere una nueva talla de Crucificado, que difiere en la forma de la original, y a la que se bendice con la misma advocación, y será la que siguiendo la tradición de siglos, reciba las súplicas en las rogativas públicas por las necesidades vecinales, especialmente las derivadas de la lluvia.

            De los cultos en la propia Ermita en su festividad del catorce de septiembre, se pasó hace años a celebrarlos por motivos prácticos en la parroquial, presidiéndolos la citada Cabeza del Cristo.

            Artísticamente, nos encontramos con una espléndida imagen  en la ejecución del rostro y facciones, conjugando al mismo tiempo el dolor y la piedad de quien se hizo hombre, asumiendo el dolor, por salvarnos.  Pestañas, cejas, barba, cabello o corona de espinas están exquisitamente trabajadas.
           
            Hay que destacar que esta sagrada Cabeza del Señor, mantiene toda su policromía y acabado original, pues nunca ha sido restaurada y para su mejor conservación, se protege  en un fanal de cristal.
                                                                           (José Caballero Navas)
TRIDUO AL SANTÍSIMO CRISTO DE LA PIEDAD

JUEVES, VIERNES Y SÁBADO (12, 13 Y 14 de Septiembre: 20:3O horas (ocho y media de la tarde): Exposición del Santísimo Sacramento, rezo del Santo Rosario y Santa Misa.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Peregrinación a Medjugorje

Santa María, la Reina de la Paz
Nuestro grupo de peregrinos. Falta Josema 
Camino de Medjugorje, con Nicola
La católica Croacia nos deslumbra con sus preciosos paisajes
Medjugorje
Santa Misa diaria en la explanada de Medjugorje
Don Ignacio, leyó el evangelio en español
Adoración a la Santa Cruz

El Movimiento de Cristo Rey de Polonia, dando color con sus banderas y uniformes

Subida al Monte de las Apariciones, con el rezo del Santo Rosario







 El Podbrdo (Monte de las Apariciones)



Vista frontal de la Parroquia de los franciscanos en Medjugorje
Santo Cristo milagroso, de su rodilla se desprende una gota de agua durante todo el año
Virgen de Medjugorje, en la Parroquia de los franciscanos
Testimonio en la Comunidad del Cenáculo. Los milagros de la Gracia
Futura residencia de Sacerdotes en Medjugorje, construida tras la conversión de Patrick
Testimonio de la conversión del canadiense Patrick. De millonario frívolo, a católico converso en Medjugorje
Testimonio Sor Vicki, de la Comunidad de las Bienaventuranzas. Introducida por el Padre Luis, Cartujo de Valencia
Adoración al Santísimo Sacramento. Impresionante

Subida al Monte de la Cruz. Rezo del Vía Crucis

Meditación del Santo Vía Crucis







El  Krizevac , Monte de la Cruz

Rezo de Laudes en la cima del Monte  
El  Krizevac 
La Pensión Dane nos proporcionó,buena y abundante comida, en un ambiente de fraternal convivencia, con un grupo de 70 españoles
El ambiente para la "presunta" aparición de la Virgen el día 2 de Septiembre, era impresionante: Para ver vídeo pulsar Aquí
Santa Misa de despedida de la Peregrinación: El padre Luis, Cartujo de Valencia; Fray Luis, Capuchino de Palma y un padre Polaco, del Oratorio San Felipe Neri, de Alcalá de Henares
Nuestro grupo, con Nicola y su hija Esther. Ahora falta María Josefa