SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO
CORPUS CHRISTI
SANTA MISA: 12:00 HORAS
PROCESIÓN: AL FINALIZAR LA MISA
AVISO
DE VIGILIA EXTRAORDINARIA DEL
CORPUS CHRISTI
El próximo sábado día 1 de junio, vísperas
de la Solemnidad del Corpus Christi, la Adoración Nocturna Española
realizará la Vigilia Extraordinaria al
Santísimo Sacramento del Altar tras la Santa Misa de la noche.
Es
una Vigilia abierta a todos los fieles que quieran sumarse a este acto de
adoración al Señor, especialmente en este Año de la Fe.
¡
D i o s e s t á a q u í, v e n i d, a d o r é m o s l e !
Nos disponemos a celebrar un año más la solemnidad
del Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Jesucristo, el Corpus Christi, y
recordando palabras del papa Benedicto XVI, meditamos el verdadero sentido de
esta singular fiesta cristiana.
En la intimidad del Cenáculo, en la
noche del Jueves Santo, vísperas de su pasión y muerte, Jesús toma el pan, lo
parte y lo da a comer a los suyos. Coge después el cáliz con el fruto de la
vid, y tras la acción de gracias, vuelve a darlo a sus discípulos para que
beban, la que ya es su Sangre. Este pan partido, y sangre derramada, son ya el
Misterio de nuestra Fe. Cada vez que lo hacemos, anunciamos su muerte y
proclamamos su Resurrección. La Resurrección y la Vida, de quién es todo para
todos.
“Ardientemente
he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer” (Lc.22, 14-20) nos
dirá Jesús, sabiendo que cumple la voluntad de amor de su Padre y de amor hacia
muchos hombres.
Cristo Eucaristía, el Resucitado que procesionaremos
por las calles, no es sólo una forma consagrada en la Santa Misa, sino que es
en sí, la Presencia viva y eterna de todo un Dios.
Nosotros, nos reunimos en torno a la
Mesa Eucarística y Mesa de la Palabra. Aquí, durante la transubstanciación, el
pan y el vino, fruto del trabajo del hombre, se convierten en el Pan de Vida y
el Camino de nuestra salvación, por la gracia divina.
Esta Sagrada Presencia, no termina en
la Misa, sino que permanece en el Sagrario, cautivo de nuestras visitas y oraciones.
Al consagrar las especies en la Santa
Misa, en su reserva en el sagrario, o en su Exposición Solemne, el cristiano
tiene que caer de rodillas ante tal prodigio de amor. Sólo, cuando conocemos y
alcanzamos el verdadero sentido de la Eucaristía, sentimos ese encuentro
personal con el Señor, y por ello, como respuesta de amor, nos rendimos a su
Presencia. ¡Qué triste es ver a tantas personas que en una iglesia, no hacen
este gesto humilde y grande a la vez, de reconocer a nuestro Señor!
Decimos que salimos con el Señor
Eucarístico por nuestras calles, cuando en realidad, es el mismo Señor, el
verdadero Camino, quien nos acompaña, en todos los días de nuestra vida, y solo
nos pide ser sus testigos en el mundo.
Lo íntimo del Cenáculo, el Pan partido,
desborda ahora en el pueblo fiel que lo adora como su creador, vivo y
victorioso.
Es a su paso, cuando tenemos que
meditar y experimentar en nosotros mismos, la conversión que alcanzó Zaqueo,
quien quiso verlo y lo encontró entre la multitud. Lo miró con los ojos de la
fe.
Terminará la procesión gozosa del
Santísimo Sacramento, que en ningún caso es comparable a cualesquiera de las
que nuestras devociones y tradiciones realizamos durante el año.
Es Cristo mismo, como en su entrada
Triunfal en Jerusalén; o cuando compadecido de los hombres, les daba de comer y
los curaba; o cuando en la soledad angustiosa del Cenáculo, se hace presente,
Resucitado, a sus discípulos, dándoles
la paz.
Es
Él.
Así pues, nosotros, no podemos sino
corresponder a esta verdadera presencia, oculta bajo las especies eucarísticas,
con la entrega de nuestro ser.
Al celebrar este Año de la Fe, es
ocasión propicia para de manera pública, manifestar nuestra verdadera
pertenencia a Jesús y a la Iglesia, sin condiciones.
Meditar cada una de las frases del
Credo, como cimiento mismo de nuestra fe.
Cada día, en cada hora, todo un Dios
nos espera y reconforta en la intimidad del sagrario.
Aprovechemos y valoremos el privilegio
de tenerlo entre nosotros, y acudamos a su sagrada presencia eucarística, o en
tantas y tantas veces, que expuesto solemnemente en la Parroquia, nos llama al corazón.
El día del Corpus Christi, es señal
festiva en el calendario, pero cada día, en la mesa del altar, se vive y
conmemora ese mismo Día del Señor.
En la adoración nocturna, nos unimos a
toda la Iglesia, orante, suplicante y adoramos a nuestro Señor, cuando el mundo
duerme. Velamos por Él, con Él y en Él, para llenarnos de su amor.
Todos los meses, en el silencio de la
noche, hombres y mujeres oran junto al Señor, para pedirle no caer en la
tentación, y responder a su llamada para ser vigilantes en el mundo. Acudamos
sin reparos a esta invitación del más importante del mundo. ¡Qué privilegio
acudir a su banquete!
¡Venid,
adoremos a Cristo Redentor!
ADORACIÓN NOCTURNA
ESPAÑOLA
Sección de
Villanueva del Duque