domingo, 30 de noviembre de 2014

Primer domingo de Adviento en Villanueva del Duque

El Adviento es el comienzo del Año Litúrgico, empieza el domingo más próximo al 30 de noviembre y termina el 24 de diciembre. Son los cuatro domingos anteriores a la Navidad y forma una unidad con la Navidad y la Epifanía.

El término "Adviento" viene del latín adventus, que significa venida, llegada. El color usado en la liturgia de la Iglesia durante este tiempo es el morado. Con el Adviento comienza un nuevo año litúrgico en la Iglesia
 Bendición de la CORONA DE ADVIENTO 

La Corona de Adviento tiene su origen en una tradición pagana europea que consistía en prender velas durante el invierno para representar al fuego del dios sol, para que regresara con su luz y calor durante el invierno. Los primeros misioneros aprovecharon esta tradición para evangelizar a las personas. Partían de sus costumbres para enseñarles la fe católica. La corona está formada por una gran variedad de símbolos:

La forma circular
El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe de terminar.

Las ramas verdes
Verde es el color de esperanza y vida, y Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. El anhelo más importante en nuestras vidas debe ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre.

Las cuatro velas
Nos hace pensar en la obscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el universo como las velas la corona. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cada vez más cercana llegada de Cristo a nuestro mundo.
 Santa Misa Solemne de Inicio del Tiempo de Adviento en nuestra Parroquia San Mateo Apóstol, con nuestros monaguillos, María de Guía, Oscar y Pedro.

jueves, 27 de noviembre de 2014

Charla-meditación de Inicio de Adviento en Vva del Duque

Don Juan Vicente Ruiz Soria, arcipreste de Pozoblanco-Villanueva de Córdoba y párroco de San Miguel Arcángel de Villanueva de Córdoba, nos dirigió unas meditaciones sobre la importancia del Adviento, su sentido y el modo de vivirlo, como preámbulo a la Navidad.

            Para ello, se centró en los cuatro personajes principales que la liturgia del Adviento nos presenta y quienes con su testimonio nos marcan las pautas a seguir para vivir este tiempo fuerte.

            El gran profeta del Antiguo Testamento, Isaías, que nos va adentrando en lo que en el Nuevo Testamento se cumplirá, con uno preciosos textos referentes al Salvador, y a su acción mesiánica. El profeta de la Esperanza. Nos enseña a vivir y poner nuestro corazón en la profunda realidad de la venida de Dios. El Adviento como tiempo de Esperanza.

            San Juan Bautista, el precursor de Cristo y gran profeta del Nuevo Testamento, es el que antepone todo por el Señor. Será el que de manera clara muestre al Cordero que nacerá en la humildad de la carne, siendo Dios verdadero. El nos enseña a preparar los caminos de la llegada del Señor. A cambiar lo que haya que cambiar en nuestra vida, a hacer profundo examen de conciencia y revisar nuestra vida. El Adviento como tiempo de revisión. De combate ascético.  Arreglar las "goteras", el "tejado" de nuestra vida.
            San José, el hombre del silencio del Evangelio, y el que al igual que María, con su sí, va tejiendo la misión de Jesús de manera decisiva, siempre dispuesto a ponerse al servicio del Señor, en una escucha continua. Descubrir nuestra misión en el plan de Dios, en nuestra vida. Adivento tiempo de escucha, saber escuchar a Dios en nuestra vida.

            Y María, Madre de Dios, en la que se cumple la voluntad del Padre, y es la corredentora del género humano. Engendrar, como María en su seno, a Jesucristo en nuestra vida...dar un SI constante a Dios en nuestra vida, a imagen del Si de María. El Adviento como tiempo de afirmación de Dios en nuestra existencia, de conversión.
            En estos personajes, que en las sucesivas lecturas iremos descubriendo en el Tiempo de Adviento, nos mostró qué es el Adviento: celebrar la primera venida en carne de Cristo, humilde entre los hombres en el día de Navidad, para recordarnos que en la siguiente, en su Parusía, ya glorioso, vendrá como juez de la Creación. Y en la diaria, en los hermanos, en los acontecimientos cotidianos y en la Eucaristía diaria, donde debemos descubrirlo y reconocerlo.

             Es por tanto, un tiempo de preparación, como debe ser toda nuestra vida, tiempo de común unión con el Señor, que en cada una de nuestras celebraciones Eucarísticas, se nos ofrece como Pan de Vida, tal y como hizo en Belén, la casa del pan.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa en Vva. del Duque

Termina el Solemne Triduo en Honor de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa en nuestra Iglesia Parroquial de San Mateo Apóstol, en la que durante éstos días nuestro párroco don Ignacio, nos ha ido desgranando la misión de corredentora de la Virgen María en la obra de la salvación de Jesús, en vistas al término del año litúrgico, y a las puertas del Adviento, en el que tendrá un papel primordial.

Exposición del Santísimo Sacramento, Rezo del Santo Rosario, Meditación sobre la Virgen y Santa Misa, han sido los cultos celebrados durante éstos tres días que nos preparan para su fiesta el 27 de noviembre, tras la cual, se obsequiará con una Medalla de la Virgen.
VIRGEN  DE  LA  MEDALLA  MILAGROSA

"Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Ti".

                El 27 de noviembre de 1830 la Virgen Santísima se apareció a Santa Catalina Labouré, humilde religiosa vicentina, y se le apareció de esta manera: La Virgen venía vestida de blanco. Junto a Ella había un globo luciente sobre el cual estaba la cruz. Nuestra Señora abrió sus manos y de sus dedos fulgentes salieron rayos luminosos que descendieron hacia la tierra.

                  María Santísima dijo entonces a Sor Catalina:

                "Este globo que has visto es el mundo entero donde viven mis hijos. Estos rayos luminosos son las gracias y bendiciones que yo expando sobre todos aquellos que me invocan como Madre. Me siento tan contenta al poder ayudar a los hijos que me imploran protección. ¡Pero hay tantos que no me invocan jamás! Y muchos de estos rayos preciosos quedan perdidos, porque pocas veces me rezan".
                Entonces alrededor de la cabeza de la Virgen se formó un círculo o una aureola con estas palabras: "Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti". Y una voz dijo a Catalina: "Hay que hacer una medalla semejante a esto que estás viendo. Todas las personas que la lleven, sentirán la protección de la Virgen", y apareció una M, sobre la M una cruz, y debajo los corazones de Jesús y María. Es lo que hoy está en la Medalla Milagrosa

domingo, 23 de noviembre de 2014

CRISTO REY en Villanueva del Duque

C R I S T O,     R E Y     D E L     U N I V E R S O

                La fiesta de Cristo Rey fue instituida en 1925 por el papa Pío XI, que la fijó en el domingo anterior a la solemnidad de todos los santos. La Iglesia, ciertamente, no había esperado dicha fecha para celebrar el soberano señorío de Cristo: Epifanía, Pascua, Ascensión, son también fiestas de Cristo Rey. Si Pío XI estableció esa fiesta, fue como él mismo dijo explícitamente en la encíclica Quas primas, con una finalidad de pedagogía espiritual. Ante los avances del ateísmo y de la secularización de la sociedad quería afirmar la soberana autoridad de Cristo sobre los hombres y las instituciones. 

            En 1970 se quiso destacar más el carácter cósmico y escatológico del reinado de Cristo. La fiesta se convirtió en la de Cristo "Rey del Universo" y se fijó en el último domingo per annum. Con ella apunta ya el tiempo de adviento en la perspectiva de la venida gloriosa del Señor. La transformación de la segunda parte de la colecta revela claramente el cambio introducido en el tema de la fiesta. La oración de 1925 pedía a Dios "que todos los pueblos disgregados por la herida del pecado, se sometan al suavísimo imperio" del reino de Cristo. El texto modificado pide a Dios "que toda la creación, liberada de la esclavitud del pecado, sirva a tu majestad y te glorifique sin fin".
 Cristo, piedra angular.

                El año litúrgico llega a su fin. Desde que lo comenzamos, hemos ido recorriendo el círculo que describe la celebración de los diversos misterios que componen el único misterio de Cristo: desde el anuncio de su venida (Adviento), hasta su muerte y resurrección (Ciclo Pascual), pasando por su nacimiento (Navidad), presentación al mundo (Epifanía) y la cadencia semanal del domingo.

                Con cada uno de ellos, hemos ido construyendo un arco, al que hoy ponemos la piedra angular. Este es el sentido profundo de la solemnidad de Cristo – Rey del Universo, es decir, de Cristo – Glorioso que es el centro de la creación, de la historia y del mundo. “Todos perciben en sus almas una alegría inmensa, al considerar la santa Humanidad de Nuestro Señor: un Rey con corazón de carne, como el nuestro; que es autor del universo y de cada una de las criaturas, y que no se impone dominando: mendiga un poco de amor, mostrándonos, en silencio, sus manos llagadas”. (San Josemaría Escrivá de Balaguer) 
 Pío XI, al establecer esta fiesta, quiso centrar la atención de todos en la imagen de Cristo, Rey divino, tal como la representaba la primitiva Iglesia, sentado a la derecha del Padre en el ábside de las basílicas cristianas, aparece rodeado de gloria y majestad. La cruz nos indica que de ella arranca la grandeza imponente de Jesucristo, Rey de vivos y de muertos. (P. Morales, I. L.) La Iglesia anuncia hoy alborozada que “el Cordero degollado”, al entregar su vida “en el altar de la Cruz”, reconquistó con su sangre preciosa toda la creación y se la entregó a su Padre, aunque sólo al final de los tiempos esa “entrega” será plena y definitiva. Al anunciar y celebrar hoy el triunfo de Cristo, nos llenamos de alegría y esperanza, sabiendo que Él nos llevará a su reino eterno, si ahora damos de comer al hambriento, y de beber al sediento, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y enterrar a los muertos (Evangelio.)
 “Yo soy Rey”

                Esta fue la respuesta rotunda de Jesús a Pilatos. Aunque la respuesta completa fue ésta: “Pero mi reino no es de aquí”.

                Pero si el reino de Jesucristo no es de este mundo, se inicia y realiza germinalmente ya en este mundo. Es verdad que sólo al final de los tiempos y tras el juicio final alcanzará su plenitud definitiva, pues sólo entonces triunfará definitivamente del demonio, el pecado, el dolor y la muerte.

                Pero ya ahora, “el reino instaurado por Jesucristo actúa como fermento y signo de salvación para construir un mundo más justo, más fraterno, más solidario, inspirado en los valores evangélicos de la esperanza y de la bienaventuranza, a la que todos estamos llamados” (San JUAN PABLO II.) Los santos –únicos que se han tomado en serio su reinado- han sido grandes sembradores de comprensión, justicia, amor y la paz siempre y en todas partes. ¡Pobre tierra esta nuestra sin su acción y la de los demás seguidores de Jesús!. A pesar de sus debilidades y pecados.

                “Jesucristo es Rey que hace reyes a sus seguidores coronándolos en el cielo.” (San Buenaventura)

La historia de los mártires de Cristo Rey se ha reproducido siempre que el amor de Dios se apodera de un alma
 Oposición al Señor.

                ¿Por qué, entonces, tantos se oponen al reino de Jesucristo? Porque es evidente que son muchos los políticos, escritores, artistas, creadores de opinión, detentadores del dinero y del poder, gente de a pie, que gritan –con el más cruel y eficaz de los lenguajes: el de las obras- “¡No queremos que Él reine sobre nosotros!”. Ese es el grito que se esconde tras tantos diseños de la familia, de la educación, de la moda, de la cultura, de la sociedad actual (cf. San JOSEMARIA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, n. 179). Cierto que es un grito que no pocas veces es un eco del “no saben lo que hacen”. Pero no por eso menos real y doloroso.

                Nosotros hemos de empeñarnos en lo contrario. Dejarle reinar en nuestra inteligencia, en nuestra voluntad, corazón, cuerpo, familia. Y hacer que reine en nuestros familiares, amigos, compañeros de trabajo y gente que se cruce en nuestro caminar. (José Antonio Abad, Comentarios Litúrgicos, Rev. Palabra)
 Cristo

                Viene de la traducción griega del término hebreo “Mesías” que quiere decir “ungido”. No pasa a ser nombre propio de Jesús sino porque Él cumple perfectamente la misión divina que esa palabra significa. En efecto, en Israel eran ungidos en el nombre de Dios los que le eran consagrados para una misión que habían recibido de Él. Jesús cumplió la esperanza mesiánica de Israel en su triple función de sacerdote, profeta y rey. (C.I.C 436)

                Como Hijo de Dios, le correspondía por naturaleza un absoluto dominio sobre todas las cosas salidas de sus manos creadoras. “Todas han sido creadas por y en Él. En el cielo y en la tierra, todas las cosas subsisten por Él, las visibles y las invisibles”. Pero además es Rey nuestro por derecho de conquista. Él nos rescató del pecado, de la muerte eterna.
 Cristo reina ya mediante la Iglesia

                “Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de muertos y vivos” (Rm 14,9). La Ascensión de Cristo al Cielo significa su participación, en su humanidad, en el poder y en la autoridad de Dios mismo. Jesucristo es Señor: posee todo poder en los cielos, y en la tierra. Él está “por encima de todo principado, Potestad, Virtud, Dominación” porque el Padre “bajo sus pies sometió todas las cosas”. (Ef 1, 20-22). Cristo es el Señor del cosmos (cf Ef 4, 10; 1 Co 15, 24.27-28) y de la historia. En él, la historia de la humanidad e incluso toda la Creación encuentran su recapitulación (Ef 1,10), su cumplimiento trascendente. (C.I.C 668) Como Señor, Cristo es también la cabeza de la Iglesia que es su Cuerpo (cf Ef 1, 22). Elevado al cielo y glorificado, habiendo cumplido así su misión, permanece en la tierra en su Iglesia. La Redención es la fuente de la autoridad que Cristo, en virtud del Espíritu Santo, ejerce sobre la Iglesia (cf Ef 4, 11-13). C.I.C 669 Cristo es Señor de la vida eterna. El pleno derecho de juzgar definitivamente las obras y los corazones de los hombres pertenece a Cristo como Redentor del mundo. “Adquirió” este derecho por la Cruz. Profundicemos llenos de agradecimiento, como aquellos colosenses a quienes Pablo dirige su carta, en el misterio de amor que es para nosotros Cristo Rey redimiéndonos: “Demos gracias a Dios Padre, que nos libró del poder de las tinieblas y nos hizo dignos de la herencia de los santos en la luz, introduciéndonos en el Reino del Hijo de su amor, en el cual tenemos redención por su sangre, perdón de los pecados”. (Col. 1. 12)
 Él se ofreció en la cruz, como hostia inmaculada pacífica para que todos los hombres se sujetasen a su dominio. Y así poder entregar al Padre ese Reino eterno y universal formado con las almas que con Él y en Él se salvan siempre. Reino de verdad y de vida, Reino de Santidad y gracia, Reino de justicia, amor y paz. “El Señor me ha empujado a repetir, desde hace mucho tiempo, un grito callado: serviré. Que El nos aumente esos afanes de entrega, de fidelidad, a su divina llamada –con naturalidad, sin aparato, sin ruido-, en medio de la calle. Démosle gracias desde el fondo del corazón. Dirijámosle una oración de súbditos, ¡de hijos!, y la lengua y el paladar se nos llenaran de leche y de miel, nos sabrá a panal tratar del reino de Dios, que es un Reino de libertad, de la libertad que El nos ganó”. (San Josemaría Escrivá de Balaguer)

jueves, 20 de noviembre de 2014

El Padre Pío de Pietrelcina en Villanueva del Duque

(Pulsa en la imagen)

Heredero espiritual de San Francisco de Asís, el  Padre Pío de Pietrelcina ha sido el primer sacerdote en llevar impreso sobre su cuerpo las señales de la crucifixión. Él ya fue conocido en el mundo como el "Fraile" estigmatizado. El Padre Pío, al que  Dios donó particulares carismas, se empeñó con todas sus uerzas por la salvación de las almas. Los muchos testimonios sobre su gran santidad  de Fraile, llegan hasta  nuestros días, acompañados por sentimientos de gratitud. Sus intercesiones providenciales cerca de Dios fueron para muchos hombres causa de sanaciòn en el cuerpo y motivo de renacimiento en el Espíritu.

El Padre Pío de Pietrelcina que se llamó  Francesco Forgione,  nació en Pietrelcina, en un pequeño pueblo de la provincia de Benevento, el 25 de mayo de 1887. Nació en una familia humilde  donde el papá Grazio Forgione y la mamá Maria Giuseppa Di Nunzio ya tenían otros hijos.

Desde la tierna edad Francesco experimentó en sí el deseo de consagrarse totalmente a Dios y  este deseo lo distinguiera de sus coetáneos. Tal "diversidad" fue observada de sus padre, parientes y de sus amigos. Mamá Peppa contó - "no cometió nunca  ninguna falta, no hizo caprichos, siempre obedeció a mí y a  su padre, cada mañana y cada tarde iba a la  iglesia a visitar a Jesús y a  la Virgen. Durante el día no salió nunca con los compañeros. A veces le dije: "Francì sal un poco a jugar. Él se negó diciendo: no quiero ir porque ellos blasfeman". Del diario del Padre Agostino de San Marco in Lamis, quien fuè uno de los directores espirituales del Padre Pío,  se enteró de que el Padre Pío, desde el 1892, cuando apenas  tenía cinco años, ya vivió sus primeras experiencias carismáticas espirituales. Los Éxtasis y las apariciones fueron tan frecuentes que al niño le pareció que eran absolutamente normales.

Con el pasar del tiempo, pudo realizarse para Francesco lo que fue el más grande de sus  sueños: consagrar totalmente la vida a Dios. El 6 de enero de 1903, a los  dieciséis años, entró como clérigo en la orden de los Capuchinos.  Fue ordenado sacerdote en la Catedral de Benevento, el 10 de agosto de 1910. Tuvo así inicio su vida sacerdotal que a causa de sus precarias condiciones de salud, se desarrollará primero en muchos conventos de la provincia de Benevento. Estuvo en varios conventos  por motivo de salud, luego, a partir del 4 de septiembre de 1916 llegó al convento de San Giovanni Rotondo, sobre el Gargano, dónde  se quedó hasta el 23 de septiembre de 1968, día de su sentida muerte. 
En este largo período el Padre Pío iniciaba  sus días despertándose por la noche, muy antes del alba, se dedicaba a la oración con gran fervor aprovechando la soledad y silencio de la noche.  Visitaba diariamente por largas horas a Jesús Sacramentado, preparándose para la Santa Misa, y de allí siempre sacó las fuerzas necesarias, para su gran labor para con las almas, al acercarlas a Dios en el Sacramento Santo de la Confesión, confesaba por largas horas, hasta 14 horas diarias, y así salvó muchas almas.

Uno de los acontecimientos que señaló intensamente la vida del Padre Pío  fuè lo que se averiguó la mañana del 20 de septiembre de 1918, cuando, rogando delante del Crucifijo del coro de la vieja iglesia pequeña, el Padre Pío tuvo el maravilloso regalo de los estigmas. Los estigmas  o las heridas fueron visibles y quedaron abiertas, frescas y sangrantes, por  medio siglo. Este fenómeno extraordinario volvió a llamar, sobre el Padre Pío la atención de los médicos, de los estudiosos, de los periodistas pero sobre todo de la gente común que, en el curso de muchas décadas  fueron a San Giovanni Rotondo para encontrar al  santo fraile.

En una carta al Padre Benedetto, del 22 de octubre de 1918, el  Padre Pío cuenta su "crucifixión": “¿Qué  cosa os puedo decir a los que me han preguntado como es que  ha ocurrido mi crucifixión? ¡Mi Dios que confusión y que humillación yo tengo el deber de manifestar lo que Tú has obrado en esta tu mezquina criatura!

Fue la mañana del 20 del pasado mes (septiembre) en coro, después de la celebración de la Santa Misa, cuando fui sorprendido por el descanso en el espíritu,  parecido a un dulce sueño. Todos los sentidos interiores y exteriores, además de las mismas facultades del alma, se encontraron en una quietud indescriptible. En todo esto hubo un total silencio alrededor de mí y dentro de mí; sentí  enseguida una gran paz y un abandono en la completa privación de todo y una disposición en la misma rutina.

Todo esto ocurrió en un instante. Y mientras esto se desarrolló; yo vi delante de mí un misterioso personaje parecido a aquél visto en la tarde del 5 de agosto. Éste era  diferente del  primero, porque tenía las manos,  los pies y el costado que emanaban sangre. La visión me aterrorizaba; lo que sentí en aquel instante en mí; no sabría decirlo. Me sentí morir y habría muerto, si  Dios no hubiera intervenido a sustentar mi corazón, el que me lo sentí saltar del pecho.
La vista del personaje desapareció, y  me percaté  de que mis  manos, pies y costado fueron horadados y chorreaban sangre. Imagináis el suplicio que experimenté entonces y que voy experimentando continuamente casi todos los días. La herida del corazón asiduamente sangra, comienza el jueves por la tarde hasta al sábado. Mi padre, yo muero de dolor por el suplicio y por la confusión que yo experimento en lo más  íntimo del alma. Temo  morir desangrado, si  Dios no escucha los gemidos de mi pobre corazón,  y tenga piedad  para retirar de mí esta  situación....”

Por años, de cada parte del mundo, los fieles  fueron a este sacerdote estigmatizado, para conseguir su potente intercesión cerca de Dios. Cincuenta años experimentados en la oración, en la humildad, en el sufrimiento y en el sacrificio, dónde para actuar su amor, el Padre Pío realizó dos iniciativas en dos direcciones: un vertical hacia Dios, con la fundación de los "Grupos de ruego", hoy llamados “grupos de oración” y la otra horizontal hacia los hermanos, con la construcción de un moderno hospital: "Casa Alivio del Sufrimiento." 

En  septiembre  los 1968 millares de devotos e hijos espirituales del Padre Pío se reunieron en un congreso en San Giovanni Rotondo para conmemorar juntos el 50° aniversario de los estigmas aparecidos en el Padre Pío y para celebrar el cuarto congreso internacional de los Grupos de Oración. Nadie habría imaginado que  a las 2.30 de la madrugada  del 23 de septiembre de 1968, sería  el doloroso final de la vida terrena del Padre Pío de Pietrelcina. De este maravilloso fraile, escogido por Dios para derramar su Divina Misericordia de una manera tan especial.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Reflexiones desde el Sagrario (II): Dios Existe, Dios te ama

DIOS EXISTE, DIOS TE AMA

Cuántas veces tú y yo hemos sentido nuestra Fe simplemente como una pesada carga moral, moralina barata que pensamos que coarta nuestra libertad. Cuantas veces acudimos a la Iglesia como una mera rutina, o peor, como un convencionalismo social, sin valorar el inmenso don de vivir en una nación que aún conserva tan profundas raíces católicas y por ello la Iglesia mantiene una presencia tan cercana que ya desearían muchos católicos de otras partes del mundo.

Si olvidamos que el centro de nuestra Fe reposa en la Caridad nuestra vida cristiana es muy fácil que quede reducida a esa caricatura. Acabaremos entendiendo la Ley de Dios como un yugo y justificando (¡cuántas herejías han empezado en una justificación del pecado!) nuestras debilidades en los argumentos más inauditos, aunque mantengamos una cierta respetabilidad hacia la Iglesia y a la conveniencia de sus enseñanzas, las cuales se nos quedan demasiado grandes y las dejamos para venerables ancianitos o gente muy piadosa. También podemos descender a ese camino participando en la vida de la Iglesia pero simplemente centrándonos en aspectos secundarios, instrumentales y no esenciales perdiendo la perspectiva del amor de Cristo para caer en rutinas que acabarán marchitando nuestra Fe. Nos dice la Sagrada Escritura  que la Fe viva “actúa por la Caridad” (Ga 5,6). La Caridad no es solamente la limosna sino que es la virtud teologal por la que amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos por amor a Dios. Un eminente psicólogo actual señala que la felicidad es el efecto del amor, que es la causa. ¡Qué mayor amor puede haber que saber corresponder el amor de Dios al género humano! “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él” (Juan 3, 16-18). Ten presente ese amor de Dios en tu vida cotidiana y en las cosas más ordinarias descubrirás una dimensión salvífica y vivificadora. Si ignoramos ese principio nos condenaremos a una vida pequeña, minúscula, rutinaria.  ¡Viva Dios Santo Amor! es un clásico lema de la Cristiandad; hagamos que esa convicción persuada nuestras vidas y ensanche nuestras almas y volveremos a edificar, por el amor de Dios, cosas enormes.

El Señor es mi pastor,
nada me faltará

Salmos 23
Victor Javier Ibañez

(Licenciado en derecho, funcionario de carrera, católico de convicción. Amante de la montaña y el mar abierto. Rociero y cofrade. Amigo de nuestra parroquia)

Primera reflexión de Victor: TODOS PODEMOS SER SANTOS

jueves, 6 de noviembre de 2014

Día de Convivencia y Peregrinación Parroquial: Año Jubilar Teresiano en Villanueva del Duque

Ermitas de Córdoba

 El próximo día 6 de Diciembre (sábado) tendremos un DÍA DE CONVIVENCIA PARROQUIAL Y PEREGRINACIÓN...

1- Para ganar el Jubileo del Año Teresiano, visitaremos el Convento de Santa Ana y San José de las Carmelitas Descalzas de Córdoba.

2- Posibilidad de subir a la Torre-Campanario de la Catedral.

3- Visita a las ERMITAS DE CÓRDOBA. Iglesia del Desierto de Nuestra Señora de Belén.

4- Santa Misa para ganar la Indulgencia según el Decreto del Obispo del 20 de Julio del Año Teresiano

5- Comida de fraternidad en un Mesón de "Las Jaras"

Interesados pedir Información y apuntarse en la Parroquia San Mateo Apóstol de Villanueva del Duque.
Monasterio de Santa Ana y San José

martes, 4 de noviembre de 2014

Vídeo de la Peregrinación parroquial a Ávila

Vídeo con algunas imágenes de la Peregrinación parroquial a Ávila, con motivo del Año Jubilar Teresiano convocado por el Papa Francisco

sábado, 1 de noviembre de 2014

Reflexiones desde el Sagrario (I): Todos podemos ser Santos

En la festividad de Todos los Santos: todos podemos ser Santos

Acabamos de celebrar una de las fiestas más importantes del año litúrgico, la de Todos los Santos, que recuerda a la Iglesia triunfante que goza de la contemplación eterna de Dios.

Los Santos que forman la Iglesia triunfante fueron personas de carne y hueso como tú y como yo. A ellos acudimos tantas veces para que intercedan ante Dios por este o aquel problema o intención. Sus figuras nos han acompañado muchas veces y han impregnado el ambiente de nuestro pueblo y de nuestros hogares. Sus fiestas patronales son ocasión extraordinaria de divertimento, donde nos engalanamos e intentamos disfrutar al máximo. Por ello no debemos caer en una visión distorsionada de lo que es la santidad. La excepcionalidad de los Santos no derivó de la posesión de unos dones más especiales de las que tú y yo podamos tener. No fueron fruto de una elección predeterminada de Dios. En la mayoría de las ocasiones no se manifestaron en signos extraordinarios o milagrosos.
Las personas que alcanzan la Santidad son varias y muy diversas: mujeres y hombres de todo origen y condición, con caracteres, personalidades, conductas y circunstancias distintas y diferentes. Sólo tienen un rasgo en común: se conformaron en Dios. Entiéndase conformarse no como resignación, sino como ajustar, adecuar, armonizar con la voluntad de Dios. Los Santos pusieron sus circunstancias, sus vidas ordinarias, su peregrinar en medio del mundo al servicio de Dios y alcanzaron la felicidad en este mundo y el premio de la eterna contemplación de Dios. Esa conformación en Dios les dotó de muchísimas gracias que les ayudaron a sobrellevar las pequeñas cruces y problemas de la vida cotidiana. Los Santos sufrieron como tú y como yo, tuvieron momentos de flaqueza y pecaron tantas veces, o más, que tú y que yo. Pero el Amor de Dios puede más que todas nuestras debilidades, por eso nos otorga el bálsamo de los sacramentos, todos los Santos se valieron de ellos, como podemos hacer tú y yo,

No busques la santidad en hazañas extraordinarias. Confía en Él que tanto nos ha amado y lo que tenga que venir vendrá. En medio de tu vida puedes ser Santo, estás llamado a ser Santo.

Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda;
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
Sólo Dios basta.

(Santa Teresa de Jesús)


Victor Javier Ibañez

(Licenciado en derecho, funcionario de carrera, católico de convicción; amante de la montaña y el mar abierto. Rociero y cofrade. Amigo de nuestra parroquia)